A ver si el objetivo es otro...

Medios de comunicación, afición y el propio club. Todos. Todos los sectores que seguimos la actualidad del Real Zaragoza fijábamos el objetivo del ascenso a la máxima categoría como fin innegociable en el cuarto curso consecutivo en la Segunda División. Y así debía ser, con la exigencia propia de un club como éste. Sin embargo, la realidad tras la primera vuelta es bien distinta y, aunque cueste, quizá hay que cambiar el chip.

Cuanto más se tarde en cambiar, más costará hacerlo. El primero debe ser un equipo que, de no ganar en Murcia, se verá en una situación tremendamente complicada. Modificar de forma radical la meta a una plantilla confeccionada para un posible ascenso no es nada sencillo, pero a veces las situaciones obligan a ello. Los de Raúl Agné no ofrecen la fiabilidad de conjuntos que empiezan a presentar su candidatura a Primera.
Asusta, pero la pobre primera vuelta y las sensaciones que transmite este Real Zaragoza sobre el césped no invitan a luchar por la zona noble de la tabla. Cada fin de semana llega un golpe de realidad que nos obliga a poner la mirada en demasiados puntos: en los futbolistas, en el entrenador, en los despachos, en los árbitros... en todo. Buscando respuestas de debacle en debacle y queriendo creer, a pesar de ello, que el objetivo es mirar arriba.
Queda mucho (eso es casi lo peor), pero yo cada jornada que pasa me planteo si el ascenso es la meta o si verdaderamente es otra. Y la segunda de las cuestiones atormenta más si cabe: ¿está preparada esta plantilla para cambiar el chip y verse capaz de librar de las posiciones de abajo si vienen mal dadas? No es pesimismo, es realidad.