Cani y un club para el arrastre

Se va Cani, se retira del fútbol profesional con la camiseta del Real Zaragoza, y el club le despacha con un comunicado más frío que un enero en Burgos. No me extraña nada. Ni lo más mínimo. La actitud del Zaragoza en las últimas semanas con Cani ha sido un témpano de hielo. Ni más ni menos. Cani ha sido tratado como uno más. Y así se va para el club, que ha confeccionado comunicados similares para las marchas de cualquiera de sus jugadores.

 
Hace quince días que dije que Rubén se retiraba. Juro por lo más sagrado que no he hablado con él desde hace un mes. Un simple whatsapp, de lógico contenido privado, fue suficiente para desnudar las intenciones de un tipo transparente y bueno como pocos. Porque de Cani conocemos su lado cachondo y bromista, su manera desenfadada de ver la vida y el fútbol. Pero, como nos sucede a todos, cuando la puerta se cierra hay un hombre distinto. En este caso, un Rubén mucho más reflexivo, de anunciada introspección en lo que a su carrera se refiere. Y ese es el Rubén que se ha impuesto al otro. El de saber que ha llegado la hora del adiós cuando uno tiene dudas de seguir y nadie en la otra parte te las rebate…
Nadie en el club ha intentado convencer a Rubén de nada. Para mí, sinceramente, es un error gravísimo. Sobre todo, porque ese inmovilismo no ha estado motivado por el respeto hacia su decisión, sino por hacerse el Don Tancredo. ¿Saben lo que es? Esperar sin mover ni un solo músculo a un toro que viene lanzado. El toro se piensa que eres una estatua y pasa de largo.
Así ha pasado Cani para el Zaragoza. De largo. Don Tancredos los patronos, Don Tancredo el presidente, Don Tancredo Cuartero (no me jodas, Carlos), Don Tancredo Lalo y Don Tancredo Natxo González, que ha pensado que mejor un problema menos que un jugador bueno más.
Espero que al menos Cani salga del Zaragoza por la puerta grande, porque el Zaragoza se está quedando para que le silben hasta en su actual y triste arrastre.