El Zaragoza, a la altura del betún

Hace ya muchos años que el Real Zaragoza se ha alejado de la gente y se ha convertido en un club cerrado herméticamente y sin ningún tipo de sentimentalismo. Hace ya muchos años que la entidad se ha convertido en un trozo de carne con ojos, sin corazón ni alma, algo completamente incompatible con un equipo de fútbol. Hace ya tiempo que me he dado cuenta, pero con el frío comunicado despidiendo a Cani ya me veo obligado a poner el grito en el cielo.

Me pregunto cómo ha podido permitir esto el presidente, Christian Lapetra, cuando hace apenas unos años él y su familia reclamaban un mínimo de respeto hacia la figura de su padre a la hora de organizar el torneo que lleva su nombre. Todavía con más fuerza, me pregunto cómo ha podido permitir esto el director general, Luis Carlos Cuartero, excompañero y amigo de Cani y otrora crítico con estas reacciones frías y alejadas de cualquier tacto y código de respeto.
Despedir a Cani con un escueto comunicado, no tener ningún gesto de cariño hacia su zaragocismo habla bien a las claras sobre qué es este club, hacia dónde se dirige y cuáles son los únicos motivos que le mueven. Mal asunto. Por eso el Real Zaragoza se muere, agoniza con estos detalles y aquí nadie hace nada. Demasiados intereses materiales, poco corazón...