López Amaya se entromete en la fiesta de Los Pajaritos

Soria estaba de fiesta. Dos aficiones hermanadas y dos equipos que buscaban objetivos parecidos, aunque distintos al fin y al cabo. El Real Zaragoza seguir peleando en la cima. El Numancia, intentar reengancharse. El equipo aragonés, empujado por los suyos, comenzó feliz, decidido y adelantándose con dos goles. Los locales intentaron seguirles la estela, pero con menos acierto. En mitad de la fiesta, López Amaya se entrometió para enredar el partido y frenar a un Zaragoza que pudo haber ganado pero que se quedó a las puertas y se llevó un punto algo insuficiente. 

El partido comenzó como se merecía. Con un Real Zaragoza volcado al ataque. Ya que 5.000 de los suyos se habían tomado la molestia de ir hasta Soria, ¿qué menos que comenzar como un ciclón? Pues así lo hizo. Buscó a un Manu Lanzarote que saltó al césped con la chistera puesta. Desde ella comenzó a surgir la magia y fruto de esa inspiración el equipo de Lluis Carreras comenzó a percutir por el lado derecho desde los primeros compases de juego. 
Dos primeros envíos tantearon cómo iba a responder la defensa del Numancia. El test sacó a relucir una zaga con bastante carencias que parecía algo nerviosa. Quizá la presión de la grada les hizo jugar con la sensación de que no jugaban en casa. Isaac también quiso unirse a la fiesta del carril derecho. Y hasta hizo varias incursiones en el ataque que, sin embargo, no tuvieron la precisión necesaria para batir a Munir. 
Mientras tanto, los numantinos tampoco se quedaron atrás. Si bien en la defensa no estaban demasiado finos, Julio Álvarez sí que tomó las riendas en el ataque. Varias ocasiones peligrosas que abortó una defensa segura y un Manu Herrera inspirado. De hecho, atajó muy bien una de las ocasiones más claras que tuvo el capitán soriano. Una falta de las que le gustan, pero que se topó con el arquero blanquillo. En esas llegadas, Cabrera recibió una amarilla. López Amaya también empezaba a preparar su puesta en escena...

Minuto de oro

El Real Zaragoza tenía ganas de empezar a ganar. El gol, obviamente, no se hizo esperar. El primero llegaba tras una buena jugada de estrategia. Rubén, se disfrazó de extremo, pero también de pícaro... Cogió el balón en una posición que no es la suya y le puso a Ángel en bandeja el primer gol. Solo un minuto después, la zaga numantina confirmaba que no tenía su tarde. Un mal despeje de Callens fue aprovechado por el mago Lanzarote que, sin dejarla botar, la mandó al fondo de la red.
Éxtasis en la grada y éxtasis en el césped. Después de su minuto mágico el Real Zaragoza mandaba y se encontraba muy a gusto en el campo. Sin embargo, era la calma que precede a la tormenta... Porque Dorca cometió falta en la frontal del área. Recibió amarilla también. Algo rigurosa, sí... El caso es que Julio Álvarez ya venía con el pie caliente y esta vez no falló. Con la inestimable ayuda de la barrera hacía el 1-2 con un balón que tocó Herrera, pero no atajó. 
Y entonces López Amaya decidió que había llegado su turno. Con un Numancia volcado y un Zaragoza que también lo intentaba, el partido era un toma y daca. Se había roto, pero en el buen sentido. El andaluz decidió hacerlo pedazos en el mal sentido. Dorca, en una jugada aislada, tocó el balón con la mano de manera más que involuntaria. Ni siquiera se aprecia el gesto de querer tocar el cuero con la mano. Sin embargo, el colegiado decidió sacarle la segunda amarilla. Y pudo ser peor... Porque a renglón seguido Callens tuvo una de esas ocasiones que jamás se deben fallar. Pero erró. En boca de gol mandó, con su pierna izquierda, el balón a saque de puerta. El Zaragoza necesitaba oxígeno.

Paso atrás y show arbitral

En la segunda mitad dio la sensación de que el Real Zaragoza dio un paso atrás. No fue todo lo ambicioso que quizá debe ser un equipo que aspira al ascenso directo y le dejó terreno a un Numancia que sí creyó en sus posibilidades. Así, los sorianos, viéndose en superioridad, empezaron a tocar a las puertas del marcador por los costados y por el centro.
Manu Herrera y la defensa capearon el temporal. Mientras, arriba, Ángel andó perdido y finalmente, en una jugada aislada, tuvo que ser sustituido por Dongou por una lesión. En la banda derecha, mientras tanto, Valcarce le buscó las cosquillas a Lanzarote con empujones, pisotones y patadas. López Amaya fue cómplice de los hechos y tardó más de 20 minutos en mostrarle la amarilla al jugador rojillo. Poco después, compensó ese hecho amonestando también a Lanza. 
Con el paso atrás de los blanquillos, el partido también entró en una fase bronca. El Numancia pisó fuerte y el árbitro del encuentro no supo frenar el temporal. Mientras, Dongou se quedaba dormido en una gran ocasión que le brindó Erik Morán. Por desgracia -también por lógica- finalmente la fruta cayó de madura. Aquino, que entró por Regalón, empató a dos el partido con un disparo lejano. 
Con el 2-2, el árbitro se permitió sus dos últimos caprichos: primero, expulsó a Lluis Carreras con cajas algo destempladas. Después, añadió nada menos que cinco minutos. El Zaragoza, en ese interminable descuento, tuvo tiempo para todo. Para sufrir, para perdonar dos ocasiones y para terminar sumando un punto que, después de lo remado, se antoja insuficiente. Bien por el árbitro, bien por ser demasiado contemplativo. La realidad es un punto que sabe a poco.