El Zaragoza pinta en Pucela una Navidad negra

El Real Zaragoza ha constatado en Valladolid lo que ha sido su año. Un 2017 gris, por no decir negro, y que para explicarlo serviría con enseñarle a cualquier marciano los seis primeros minutos jugados en el José Zorrilla. A este Zaragoza sólo quedaba ya el crédito que le daba su actitud por su pelea y brega en cada partido, pero ese crédito lo agotaron en Pucela con un inicio propio de un equipo roto que no encuentra solución a sus graves problemas.

 
Natxo González recuperó a un once en teoría de gala con la vuelta de Benito a su puesto original, el regreso de Zapater al once y la alineación de hombres como Febas o Vinicius. El plan no le salió bien al técnico vitoriano pues a los tres minutos ya iba perdiendo por 1-0 y a los seis minutos por 2-0. El Valladolid viajaba en un cohete y el Zaragoza en un triciclo. En la primera jugada, Mata sacó los colores a media zaga blanquilla para asistir a cualquiera de los cuatro compañeros que entraron en el área libres de marca.
El segundo gol fue parecido. Lo metió Mikel en propia puerta, pero la imagen de impotencia y de ver a dos púgiles completamente desproporcionados era la misma. El Valladolid desarbolaba a un Zaragoza que parecía un muñeco de trapo en las fauces de un león furioso. Una cometa en medio de un huracán. La imagen de los jugadores cabizbajos y de un entrenador derrotado recordaba los peores tiempos vividos últimamente por estos lares.
Al menos, el equipo tuvo narices y se marchó en busca de la machada que ya protagonizó en el Tartiere remontando un 2-0 ante el Oviedo. Apareció Vinicius en una gran jugada personal que buscaba el remate de Borja Iglesias. También apareció Papunashvili, que en un par de arrancadas de las suyas puso en peligro la portería de Masip. Pero pesaba demasiado ese inicio desolador...
Para colmo, Mikel González recayó de su lesión y tuvo que abandonar el terreno de juego. Natxo retrasó a Zapater al centro de la defensa y Guti salió para jugar en el pivote. La primera acción que tuvieron que defender significó el tercero del Valladolid. El máximo goleador de la categoría, Jaime Mata, marcó su décimo sexto gol, sin tener piedad de una zaga zaragocista que hizo aguas.
Una primera parte loca aún tuvo tiempo para dar esperanza al Real Zaragoza. Borja Iglesias se aprovechó de un par de carambolas en el área y empujó un balón a placer poniendo un gol que al menos mantenía vivo al equipo para intentar la proeza en la segunda parte.
Pero el equipo aragonés no salió enchufado. Buscó meterse arriba en alguna jugada aislada, pero pronto se volvieron a ver las mismas carencias defensivas que se vieron en la primera mitad. Mata se movía como pez en el agua entre los zagueros zaragocistas y estuvo a punto de marcar de nuevo. Remontar era una misión imposible.
El Zaragoza no responde atrás y tampoco encuentra los caminos hacia la portería contraria. Los atacantes no mezclan bien. Borja está muy solo arriba, Vinicius muy desconectado y Febas poco participativo. Parece que hace falta un filtro entre los mediocampistas y los mediapuntas. Sus apariciones llegan con cuentagotas. Apenas hubo una conexión colectiva que acabó Eguaras con un tiro desde fuera del área. 
El partido se embarulló y de ahí podía sacar más tajada el Zaragoza. Sin embargo, fue el Valladolid el que pudo marcar. La más clara fue de Anuar, que envío a las nubes un balón franco dentro del área pequeña y sin portero. Pero a partir de ahí, el Zaragoza tiró de pundonor y se metió en el partido. Borja anotó un penalti y puso la emoción en la grada El gallego aún pudo empujar un centro de Toquero, pero no llegó.
Así acabó el partido y el año para el Real Zaragoza. Sumido en las tinieblas, muy cerca del descenso, con un juego preocupante, con graves problemas defensivos... Mal asunto.