El espíritu Zapater

Es el capitán del equipo. Su imagen, dentro y fuera del terreno de juego, es el clavo ardiendo al que se agarra el zaragocismo en busca de algo de esperanza. Ahí aparece Alberto Zapater. El centrocampista, además de ser imprescindible en los esquemas de Raúl Agné, es el hombre que despierta la ilusión en la afición blanquilla.

El equipo aragonés recuperó en El Alcoraz, de un plumazo, la garra y el carácter que parecía perdido. Y gran parte de culpa tiene el de Ejea, que contagió a sus compañeros y a los seguidores desplazados hasta Huesca su enérgica celebración con el pitido final del partido. Alberto Zapater soltó toda la adrenalina acumulada durante el choque abrazándose uno por uno con el resto de componentes blanquillos sobre el césped.
Después, finalizó su particular celebración con un abrazo repleto de sentimiento con Alberto Belsué. El espíritu del capitán parece haber transformado a un vestuario que necesitaba reaccionar con extrema urgencia. Y así fue. Pero, además de ese carácter, el centrocampista del Real Zaragoza sigue siendo importante sobre el rectángulo de juego.
Es el único de la plantilla que ha disputado todos los encuentros como titular. Sólo ha sido sustituido en un choque y su presencia en el once titular es innegociable. El de Ejea actúa de manera habitual en la parcela central del campo, pero cuando se le requiere en otras demarcaciones Zapater también cumple. Ocurrió en el partido frente al CD Lugo en La Romareda, en el que el futbolista blanquillo jugó como lateral derecho.
Lo hizo por delante de Fran Rodríguez e Isaac Carcelén, completando los 90 minutos y realizando una buena actuación. Contra la Sociedad Deportiva Huesca, el centrocampista regresó a su posición habitual y el conjunto de Agné volvió a sostenerse en su figura. Alberto Zapater es cada vez más importante para un Real Zaragoza que necesita la raza de su capitán.