Culio, más pena que gloria
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El de Juan Culio era sin duda el nombre que había sonado con más fuerza durante la semana previa al encuentro entre Real Zaragoza y RCD Mallorca. El centrocampista argentino vivió una semana agitada y sufrió la ira de La Romareda en un encuentro en el que la victoria se quedó en casa y las malas sensaciones viajaron hasta las islas.
Culio fue uno de los protagonistas del partido, aunque no lo fuera por su rendimiento. El jugador bermellón volvía por primera vez a Zaragoza después de su turbulento paso por el equipo blanquillo. Hace apenas un año, el argentino llegaba abucheado y salía aplaudido de su presentación, pero las lesiones le impedían refrendar en el campo la palabra dada. Tras el desastre de Palamós salió, como otros muchos, por la puerta de atrás de La Romareda.
Con estos precedentes y nuevos excesos verbales, la afición blanquilla esperaba al jugador con ganas. Todo en una semana que comenzó con Culio discutiendo con su compañero Joan Oriol y que siguió con el fallecimiento de su madre, al que el argentino no acudió para estar en La Romareda. Sin embargo, y pese a las ganas, el argentino se vio superado por la situación y por un Real Zaragoza que se mostró más sólido que su rival, al que la clasificación apenas da respiro.
Culio se ofreció y trató de ser importante bajo las pitadas que le acompañaban a cada toque de balón, pero abandonado a la intención, acabó dejando su puesto a un compañero con media hora todavía de juego. Fue esa la última gran pitada de La Romareda a Culio, que abandonó el campo cabizbajo, dejando a su paso más pena que gloria.