El penalti de Belsué

Se cumplen 20 años de la tanda de penaltis de la Eurocopa 1996 en la que Alberto Belsué anotó ante Inglaterra uno de los pocos penaltis que se le recuerdan al que fuera lateral derecho del Real Zaragoza.

Eran otros tiempos. La selección española contaba con dos Eurocopas y un Mundial menos que las que tiene hoy en día y la maldición de los cuartos de final atenazaba las piernas de unos futbolistas a los que se les presuponía calidad, pero que a la hora de la verdad, siempre acababan por fracasar en el momento clave. Lo habían hecho dos años antes, en el Foxboro Stadium de Boston, los Baggio (Dino y Roberto) habían acabado con la esperanza de una ilusionante España acabando tan rota como el rostro de Luis Enrique, que había encajado un doloroso codazo de Tassotti.
Dos años después, las principales selecciones europeas se daban cita en Inglaterra. Tras unas temporadas de ensueño, en las que el Real Zaragoza había logrado alzarse con Copa del Rey y Recopa, Alberto Belsué se adueñó de la banda derecha de la selección -aprovechando la lesión de Ferrer-, con el '3' a la espalda, un número más propio del lateral zurdo que del diestro; pero el '2' que lucía en la blanquilla, pertenecía por entonces a Juanma López.
En la primera ronda, España quedó emparejada con dos de las revelaciones de la cita mundialista. Por una parte, Bulgaria, liderada por Stoichkov y que había sido 4ª en el mundial; por otra, la Rumanía que había sido capaz de acabar con Argentina en octavos de final. Y además, la siempre peligrosa Francia.
El debut fue un partido duro ante el equipo búlgaro. Ambos equipos acababan con diez jugadores y España era capaz de salvar un punto, tras empatar por medio de Alfonso, el gol de penalti anotado por Stoichkov. Clemente buscaba su once ideal y dejaba en el banquillo a Belsué en el segundo encuentro, frente a Francia, apostando por una defensa de cinco que no cambió en exceso el resultado conseguido ante el equipo búlgaro. Los galos anotaban por medio de Youri Djorkaeff y España volvía a conseguir el empate, en esta ocasión, con el final del partido amenazando, en el minuto 85 y gracias a Caminero. Así se llegó a la última jornada de la primer fase, en la que se veían las caras Bulgaria y Francia, ambas con opciones; mientras que España debía superar a una Rumanía ya eliminada. De nuevo habría que esperar hasta los minutos finales para conocer el desenlace del partido. Tras anotar en el minuto 11 por medio de Manjarín, el entonces jugador del Espanyol, Florin Raducioiu, empataba en el minuto 29 de partido. No sería hasta el 84, con gol de Amor, cuando España consiguiera su pase a los cuartos de final, quedando finalmente Bulgaria eliminada.
Así llegaron los fatídicos cuartos de final. Al noroeste de Londres esperaba el que había sido denominado como “la catedral del fútbol”, el estadio de Wembley. Y el rival, ni más ni menos que el equipo anfitrión, Inglaterra. Aquella selección inglesa contaba con un buen puñado de leyendas del fútbol británico, que como en el caso de los españoles, nunca alcanzarían la gloria con su selección. Nombres como los de David Seaman, Gary Neville, Tony Adams, Paul Gascoigne o Alan Shearer, entre otros.
El partido fue una constante de alternativas; los dos equipos acumularon ocasiones de gol, pero se mostraron desacertados de cara a portería. Además, el encuentro siempre será recordado por una discutible actuación arbitral. El francés Marc Batta, encargado de dirigir el encuentro, se mostró más bien casero, errando en un fuera de juego que acabó en gol de Julio Salinas y amonestando a Alfonso por simular penalti en una acción un tanto dudosa. Con estos ingredientes, el marcador se mantuvo inmóvil durante los 90 minutos reglamentarios y el partido fue a la prórroga. Aquel, era el primer torneo en el que el llamado 'gol de oro' podía definir el ganador del encuentro. Sucedería en la final, pero no en ese encuentro, en el que ninguno de los dos equipos fue capaz de batir al meta rival. Con la mente puesta en los penaltis, el técnico local, Terry Venables, realizó los tres cambios en el inicio de la segunda parte de la prórroga, introduciendo a potenciales lanzadores como: Stone, Fowler y Barmby.
Por supuesto, el partido fue a penaltis. El primer lanzamiento correspondió a Inglaterra, que anotó por medio de Shearer. Después vino Hierro, un especialista, un lanzador seguro que mandó el balón al larguero. España debía arrastrar el lastre desde el inicio. Platt y Amor anotaban los segundos lanzamientos de cada selección. Era el turno para Pearce, que conseguía marcar para Inglaterra dejando a España al borde del K.O. Así llegó el momento en que apareció Alberto Belsué. El zaragozano, que había cuajado un buen encuentro, tomaba la responsabilidad de lanzar un tercer penalti, que en caso de error, dejaba a España lejos de cualquier opción. No se le recordaba al jugador del Real Zaragoza haber lanzado ningún penalti con anterioridad, de hecho, en el equipo blanquillo esa era una responsabilidad que asumía siempre Santiago Aragón. El aragonés no dudó, miró a los ojos a David Seaman, al que poco más de un año Nayim había convertido en leyenda del zaragocismo, tomó carrera y con total tranquilidad, anotó. Después, anotó Gascoigne y la responsabilidad final quedó para Miguel Ángel Nadal. El disparo, duro pero demasiado centrado, lo bloqueó Seaman, otorgándole a Inglaterra el pase a la semifinal.
España seguía castigada por la maldición de los cuartos de final, pero para el recuerdo quedó aquel penalti, casi el único, que el aficionado recordará tirar al bueno de Alberto Belsué. A Inglaterra, el castigo le llegó una eliminatoria después, ante Alemania, los penaltis volverían a dictar sentencia y en esa ocasión, la moneda cayó del lado teutón, que además, se llevaría el torneo con gol de oro de Oliver Bierhoff ante la República Checa. La misma, que hoy es primer rival de una muy diferente España.