El triste fin de una fiesta y las dudas por el futuro del equipo que ilusionó
Desde su última reforma, en 2013 para acoger partidos del Mundial de Brasil, el estadio Maracaná no había estado tan lleno como hoy, cuando 70.454 personas, según cifras oficiales, ocuparon los graderíos para presenciar el partido de semifinales del fútbol femenino en los Juegos Olímpicos.Una selección brasileña no era vista en el Maracaná desde la conquista de la medalla de oro en los Juegos Panamericanos de 2007 al vapulear por 5-0 a Estados Unidos el 26 de julio.
El apoyo de la afición durante los 120 minutos de juego y la tanda de penaltis no fue suficiente para intimidar al equipo sueco.
"Quedamos debiendo", lamentó al final del partido el seleccionador brasileño Vadao.
Sus pupilas tendrán que conformarse con disputar la medalla de bronce el próximo miércoles mientras las suecas, que nunca habían llegado a un podio en los 20 años de historia del fútbol femenino de los Juegos Olímpicos, en el peor de los casos se colgarán la de plata.
Ganar el viernes en Sao Paulo el partido por el tercer puesto sabrá poco al equipo de Marta, Cristiane, Formiga y compañía pues la fiesta que organizaron los brasileños en el Maracaná tenía por objeto ensayar la celebración que esperaban tener este viernes en el mismo escenario, reservado para coronar al mejor equipo.
Poco botín para la historia de un esforzado fútbol femenino eclipsado siempre por el brillo de las estrellas masculinas.
Insuficiente cuando la historia de la participación de las brasileñas en los Olímpicos indica que acumulan dos preseas de oro, en Atenas 2004 y Pekín 2008.
Triste fin de fiesta para un equipo que durante los Juegos de Río de Janeiro fue superando marcas individuales.
En el debut, el 3 de agosto Miraildes Maciel Mota, conocida como Formiga por su infatigable trabajo de marca, anunció a los 38 años el comienzo del fin de una carrera que parecía eterna.
Fue la única que jugó las seis ediciones que lleva el fútbol femenino adherido al calendario olímpico.
Todo comenzó en Atlanta'96 y ella estaba allá.
El título olímpico en Río de Janeiro era el broche auténticamente de oro que esperaba poner a su carrera. Pensar en Tokio 2020, con 42 años, no puede ser.
La delantera Cristiane Rozeira de Souza Silva, de 31 años, se consagró el 6 de agosto como máxima anotadora en la historia del fútbol olímpico femenino al marcar su decimocuarto gol en el partido de la segunda jornada de la fase de grupos ganado por 5-1 a Suecia, la misma formación que hoy les cerró a Brasil la puerta a la final.
Irónico que el sueño de la capitana Marta, quien juega hace catorce años en Suecia, se haya estrellado contra las Blagult.
El técnico Osvaldo Álvarez 'Vadao' no tuvo respuestas convincentes para aclarar cuál será el futuro del equipo que ilusionó a los brasileños en los Juegos Olímpicos en el preciso momento en el que el masculino decepcionaba.
Entre llanto, Cristiane y Marta han sugerido hoy que no tienen más fuerzas para continuar.
La fiesta acabó para las brasileñas antes del desenlace de estos Juegos que ellas se lo tomaron muy en serio.