Y explotaron los ordenadores
Decía hace un par de días la atleta sevillana María Isabel Pérez que las condiciones climatológicas que hay en Tokio no son las más favorables para ella. Y la pregunta era obvia, en Tokio hace mucho calor, pero no más que en Sevilla, ¿no?
Bueno, quizás como tal, el calor, la temperatura sea superior en Sevilla, en Córdoba o Madrid, en España. Pero seguro que no es tan insoportable ni nocivo que el de Tokio. El mayor ejemplo lo vivimos este viernes en el campo de Tiro de Asaka, ya lugar de feliz recuerdo para el deporte español porque ahí sonó el himno español por el primer oro de los Juegos. Pero también estará en el recuerdo por el calor existente en ese campo, en las gradas. Realmente fue insoportable. Habré podido vivir algunas situaciones comprometidas con el clima. Temperaturas bajo cero en Rusia que dificultaban el movimiento de los dedos al teclear, lluvia en estadios abiertos que golpeaban el ordenador y complicaban la tarea. Incluso vientos que obligaban a cerrar el ordenador para que no sufriera un desperfecto o caída. Pues bien, nada, nada, comparable al infierno de Asaka. El calor no permitía teclear ni escribir, las teclas ardían, el sol abrasador (es literal, no un recurso, abrasaba) obligaba a cobijar la mirada para tener nitidez y la humedad reinante generaba un continuo sudor sin posibilidad de freno. Para colmo, el mismo calor (sensación térmica de 40º) inutilizó de una tacada el ordenador y uno de los móviles que tenemos en Japón, apagón digital por calor... casi, porque quedaba un móvil vivo para poder conectar, mandar y trabajar.
El móvil tardó menos en recuperarse, tras unos minutos en la sombra, metido a buen recaudo, volvió a la vida. El ordenador sí lo pasó peor, hasta pasadas las horas no volvió a la vida. Llegué a temer lo peor, porque sin ordenador en unos Juegos... casi es como estar manco, no se puede hacer una importante parte del trabajo.
Los próximos días mantendrán las mismas temperaturas y puede que traigan algo de lluvia. Pero la esperanza es que cada vez más los deportes de equipo avanzan y estos dan cobijo en estadios o pabellones. Eso sí, alguna infernal jornada al aire libre (vela, piragüismo) amenaza. Solo hay que esperar que si hay que sufrirlo, sea medalla mediante.