Weligton, siempre Weligton

 
Era un verano raro el de 2007, el Málaga se había salvado de milagro. En lo deportivo de bajar a Segunda B. Pero sobre todo en lo económico, con un riesgo de desaparición real por las deudas. Las riendas las llevaba Fernando Sanz, que todavía ni había cumplido un año desde que cambió las botas por la corbata.
El experimento fallido de Marcos Alonso, herencia de los anteriores gestores (su cuñado Antonio Mendoza, sin ir más lejos), dio lugar a apostar por un técnico emergente que ya conocía la casa. Un tal Juan Ramón Muñiz, que fue segundo de Juande Ramos, vino del Marbella, donde estaba haciendo un verdadero milagro llevando a un equipo candidato a bajar a situarse entre los cuatro mejores del Grupo IV de Segunda B.
Así que tras ese año de transición, Fernando Sanz implantó una política de austeridad que el club cumplía a rajatabla y Juan Ramón Muñiz lo convirtió casi en manager al estilo inglés. Y resulta que el asturiano, que no enamoraba por su juego, demostró un ojo magnífico (además de buenos contactos que se los ponían en bandeja) para firmar futbolistas sin gastar prácticamente un euro.
Hizo diez fichajes en 27 días: Eliseu, Baha, Apoño, Rossato, Hélder Rosário, Carpintero, Peragón, Cheli y Weligton. Además, la guinda en teoría era un talento del Benfica llamado Paulo Jorge. Con esos once futbolistas y la base de los jugadores que ya había como Gámez, Salva Ballesta, Antonio Hidalgo, Goitia, Javi Calleja... se consiguió un sufrido ascenso que puso la base a todo lo que se ha vivido en estos años, que no es poco.
Quién nos iba a decir que ese brasileño de nombre extrañamente escrito y que venía de Suiza sin haber jugado jamás en una gran liga, con una edad ya importante, cumpliría unos objetivos que entonces sonaban más a sueño que a realidad. Porque el tal Weligton Robson Pena de Oliveira decía en sus primera entrevistas en Málaga que a él no se le pasaba luchar sólo por la permanencia, que quería llegar a lo más alto. Y también decía que se veía jugando hasta casi los 40 años.
Y resulta que lo primero ya lo ha conseguido, que ha cumplido su objetivo de verse con el Málaga entre los grandes y jugando partidos del más alto nivel ante los mejores jugadores de Europa. Ahora, porque su regularidad en el césped habla por él mejor que nadie, le toca renovar su contrato con el Málaga. En agosto cumple 36 años y raro sería que como mínimo no celebrase los 38 vestido de blanquiazul.
Weligton es historia del Málaga, es un capitán ejemplar, es patrimonio del club. Y todos los años venía gente que le iba a relegar a un papel secundario. Desde el mismo Hélder, de quien decían que era mejor que él, pasando por Stepanov, Kris Stadsgaard, Demichelis, Mathijsen, Onyewu, Lugano… Y al final, siempre él, siempre Weligton.