Eliminación matemática
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Lo que se ve es lo que hay. Y lo que se ve es un Unicaja que vuelve a entregarse en una pista ante un rival superior y que aguanta lo que aguanta. Pero cuando gente como Bogdanovic, Bjelica o Goudelock se ponen a maquinar, pues todo está dicho (78-63). Nueva derrota, eliminación matemática y a pensar en el domingo, cuando el UCAM Murcia de Cabezas visite el Carpena. Nada de dramas que hay un liderato de la ACB que defender.
Cuando Green puso el 0-7 en el marcador de Estambul, el Unicaja volvió a lanzar el mismo mensaje que lleva emitiendo casi toda esta Euroliga. Podría perder o ganar, pero vendería cara su piel. No se podía olvidar quién había enfrente.
El poderío del equipo de Obradovic no es discutible. Un 11-1 de parcial y 13-10 en el tanteador. A partir de ese momento el partido se puso más bonito si cabe. Con los dos equipos jugando de poder a poder. Pero los de Plaza se llevaron el gato al agua en este primer parcial tras la canasta de Green (19-21).
En el segundo los equipos perdieron fluidez en ataque, pero ellos tenía a Goudelock, que no es poco. Tres minutos tardaron en reinaugurar el marcador y fue Unicaja. Y tras ello, nuevo parcial, esta vez de 8-0 (27-23). No vivía un buen momento el equipo de Plaza, que pese a recibir una antideportiva discutibles y hacer un 3/9 en tiros libres y un 2/11 en triples, se fue 39-33.
Y no fue 36-33 porque a Bogdanovic le dio por meter una de las canastas del año. Desde tres cuartos de cancha, cuando restaban menos de dos segundos para el descanso… Una locura.
Pero a Plaza no le gustaba lo que veía y echó una soberana bronca a los suyos. Aunque no surtió efecto. El Unicaja volvió a su clásica pájara y el Fenerbahce fue estirando la distancia. Cada poco iba alcanzando una nueva máxima en el partido (54-39).
Cuando el Unicaja consiguió enganchar cuatro puntos seguidos, apareció otra vez Bogdanovic para seguir su recital de triples (57-43). Entre él, Bjelica y Goudelock, abusaban de un equipo voluntarioso, pero que no siempre puede resistir ante tales contricantes (61-43). Y al final 63-45 con diez minutos por delante…
Así que el último cuarto sólo servía para disfrute de la afición otomana, para que alguno mejorase o empeorase sus números, para ver que el Unicaja (más o menos acertado) se deja el alma aunque esté perdido. Siendo honestos, hubo instantes en los que el Fenerbahce podía ser considerado hasta cruel y acentuó su superioridad, si bien es cierto que la intensidad ya no era ni por asomo la que había mostrado antes. Bueno, Obradovic no bajó nada, con su afición celebrando la victoria, él seguía peleando con algún árbitro. Cada uno, en su guerra.