La Rosaleda lo tiene claro: “¡Vamos a volver!”
La Rosaleda vivió una noche de montaña rusa. Con cuestas al ralentí y toboganes de felicidad. Ganó al Zaragoza con la magia que dan las remontadas y acabó en un estado de éxtasis que le hincha de moral como un globo para lo que viene. Los periodistas de Zaragoza esbozaban que el Málaga tiene muchos visos de ascender, algo similar a lo empleado en su rueda de prensa por Víctor Fernández, que “apostaría” por el club blanquiazul en el play off.
La primera parte no fue buena, ojo, con tímidos pitos en algunas fases y con una losa tempranera de Pep Biel. El equipo estuvo atenazado y espeso, y la afición nerviosa, pese a que habían afinado gargantas con un himno a capela y a que los seguidores de 'Fondo Sur 1904' volvieron a dar una nueva lección de animación desde el minuto 1 al 90 con una intensidad importante en decibelios.
Pero el partido cambió en el descanso. Como aquella vez contra el Vecindario. Cambió, como el viento en Martiricos, que del terral pasó al fresquete y a la manga larga mientras el equipo era eso, un vendaval en el campo que levantó la ola en la grada. Fueron cayendo los goles y, pese a lo desapacible que se puso la noche, el respetable disfrutó, cantó, bailó (vídeo superior), y aplaudió a reventar al equipo en general y a Mula, Pacheco, Renato o a Juankar, que intervinieron en los cambios de Víctor, en particular.
Y entre los cánticos uno que ya se hizo tendencia en el año del último ascenso a Primera y que empieza a sonar de nuevo con insistencia en La Rosaleda: “¡Vamos a volver, vamos a volver!”. Lo entona el público con memoria, con compromiso y con fe. Como su himno, que sonó a capela en la antesala del partido, y también en los últimos coletazos de otro día intempestivo que acaba en fiesta por todo lo alto.
¡Que pase el siguiente!