Falta la llave del gol
En el Málaga CF falta la llave del gol y así es imposible ganar. Pura lógica. Los de Víctor hicieron méritos suficientes para reencontrarse con el triunfo, pero le separó el acierto. El fallo de Keidi en el descuento es fiel ejemplo de la necesidad acuciante de tino. Un tiempo extra taquicárdico en La Rosaleda, de corazón en la boca. Se baja la persiana cuando se levanta la mirada y se ven los tres palos. Hubo más ocasiones de las que se cuentan con una mano, lo cual ayuda a creer, pero se suspende en el abecé del fútbol. Sumar nunca es mala noticia, pero el punto es el botín menor. Hay cuerdas a las que agarrarse, aunque los pasos hacia adelante son cortos.
Brindis al sol, nunca mejor dicho, de ambos equipos en los 45 minutos iniciales, donde dejaron una tediosa primera parte. Con más cabeza que magia, con poco espacio para la improvisación. Contrastaba con la bella postal de La Rosaleda en una mañana soleada de domingo con buena parte de sus asientos ocupados. Apenas se acercó el Málaga un par de veces por las inmediaciones de Mariño, con escaso peligro. Más cómodo estuvo Munir, un mero espectador, que curiosamente luego sería héroe. Sobre el campo, un Sporting de Gijón conservador. Quizá que su banquillo ya queme ayuda a ello. Una exigencia que a veces impulsa y otras bloquea. Va en el lote en las plazas grandes.
Víctor tenía en la jaula a su cerebro, el talentoso Manu García de la fábrica citizen. En esa zona del césped dominaba Luis Muñoz, que va ganando peso. Ejercía de medio centro el malagueño, la navaja suiza del entrenador. Daba solidez en defensa y no dificultaba la salida, cubriendo las espaldas de Keidi y Adrián. Sí le faltaba a los blanquiazules presencia en los últimos metros. Dominaba hasta ahí, hubo algunas posesiones largas, pero le faltaba colmillo. Sadiku, en su buena línea de siempre, probaba por primera vez a Mariño tras un buen control con el pecho. Por los pies del albanés pasaba cualquier conato de peligro. A segundos para el descanso no acertaba Adrián a rematar un centro de Juankar cuando tenía la portería vacía. Un justo 0-0 y 45 minutos de bostezos.
No podría ser de otra manera, el partido se aceleró. Buena culpa tuvo el Sporting, que ganó metros. No le vino mal al Málaga, que comenzó a ver alguna grieta en la defensa visitante. Le faltaba, entre otras cosas, temple a Lorenzo, desafortunado en su primera titularidad. De puntería adolecía también Sadiku, que marraba una cabezazo manifiesto tras un centro medido de Luis Muñoz, imperial en la medular. Era la ocasión para abrir el marcador. Poco después Adrián tendría otro, que sí fue a puerta aunque sin potencia. Ambos entrenadores le iban quitando las cadenas a sus equipos. Antoñín y Álvaro Vázquez y Carmona entraban de refresco.
El delantero provocaría la primera parada de Munir, que atajó bien por bajo. El capitán malaguista volvería a aparecer en área rival, encontrándose ahora con el larguero. Masticaba más los ataques el Málaga, que acumulaba méritos para celebrar el primero. Aparecía Antoñín, que tiene la energía del debutante y un desborde de jugador diferente. El joven encontró a Juanpi, cuyo disparo se marchaba por alto. No encontró el maná el Málaga, al que sólo le faltó el gol. Antes Munir tuvo que apagar dos últimos fuegos, uno con una mano salvadora a Carmona. Un empate insuficiente, pero con motivos para crecer.