Se cumple medio siglo del fichaje del mito Viberti
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Fue un jueves perdido entre recuerdos del mes de noviembre de 1969. Viberti, cual actor de televisión norteamericano de la época, asomaba su deslumbrante figura por la terminal de llegadas del aeropuerto de Málaga. Faltaban 15 minutos para las 12:00 horas y aquel argentino de 1,87 metros y pelo largo acababa de cruzar el charco sin billete de vuelta en un vuelo eterno desde Buenos Aires. Le acompañaba el gerente del Huracán, el que entonces era su club, y le esperaba a pie de avión el secretario técnico del CD Málaga, José María Zárraga. Era el prólogo de su leyenda en Martiricos, el primer día del resto de su vida, pero no el primero en el que Sebastián Humberto Viberti Irazoki visitaba la Costa del Sol...
De hecho, fue la primera vez la que le hizo regresar para quedarse, a lo que también ayudó que su mejor amigo en Buenos Aires fuese malagueño: Joaquín González Medina. Las cosas del destino. Era 1967, y acompañaba entonces Viberti a la selección de Argentina para la disputa del incipiente Trofeo Costa del Sol. Pero una lesión muscular le impidió jugar en La Rosaleda. Su primer partido en el que luego fue su hogar aconteció días después de aquel largo vuelo de Buenos Aires. El “volante medio de ataque fuerte, pero no violento”, como se definía él mismo ante el maestro Manolo Castillo, iba a jugar un encuentro de prueba ante el Granada. Tenía que convencer sobre el terreno al espléndido e impulsivo presidente interino de la época: Antonio Rodríguez López.
Y vaya si lo convenció, aunque no le gustó a Viberti eso de tener que probarse ante nadie siendo internacional juvenil y absoluto con Argentina. De hecho amenazó con coger su petate de vuelta al Huracán, pero el imán atrayente de Málaga fue el aval de su gente para convencerle de que jugase aquel partido ante el imponente Granada del ‘Pipo’ Rossi, quien fue su entrenador en Argentina y que también peleó su fichaje. No lo consiguió porque Viberti, que tuvo que encontrar debajo de las piedras unas botas del 46 para no tener que jugar descalzo, se salió y convenció a todos. Destacó por encima de los paraguayos Irala y Riveros y del lateral Mauri, los otros jugadores a prueba que concitaron en Martiricos a… ¡15.000 personas! El Málaga ganó 3-2 aquel 26 de noviembre, Viberti tuvo su contrato encima de la mesa del hotel esa misma noche y dos días después se convirtió oficialmente en jugador del equipo blanquiazul. Ahora se cumplen 50 años, medio siglo.
No le importó al argentino embarcarse en un proyecto mal empezado en Segunda División. Jeno Kalmar era el tercer entrenador del curso y desde la llegada de Viberti el equipo no perdió nunca cuando él jugó. Su debut fue ante el Espanyol (entonces Español), con triunfo por 5-0 con cuatro goles de Wanderlei y uno de ‘Vibi’. Y desde ahí un paseo marcado por su compás hasta el célebre triunfo ante el Bilbao Atlético en San Mamés que dio el ascenso con dos goles suyos. La Catedral terminó aplaudiendo su partido y el Málaga subiendo a Primera e iniciando la mejor etapa de su historia como CD, con dos séptimos puestos y unas semifinales de Copa del Rey. Viberti había llegado para quedarse y para cambiar el curso de la historia. Y ya ha pasado más de media vida. Lástima que la suya terminase demasiado pronto.