Una fiesta de 25.000 sonrisas y un mensaje para Catar
Cuando Jorge Valdano viralizó aquella frase de "el fútbol es un estado de ánimo" se equivocaba. Sí, Jorge, lo siento. El fútbol es única y exclusivamente -he aquí el matiz- un estado de ánimo: el de la felicidad. O al menos, así debería ser. El fútbol son las familias de la mano camino del estadio, la cerveza que apuras mientras tus amigos tiran de ti, las bufandas al viento, la sonrisa cuando te reencuentras con tus compañeros de butaca. En Málaga, donde difícilmente se puede ser infeliz, hacía tiempo que las sonrisas no lucían tan a borbotones como este domingo. Y qué maravilla, es un gustazo poder contarlo. Y vivirlo, qué narices.
Martiricos vuelve a ser plenamente feliz. Y eso, en vista del camino por el que se viene, es una noticia sin igual. De Champions, si está permitida la comparación, aunque el sendero que quede por delante no esté ni mucho menos despejado de nubarrones. En la previa, por suerte, lució el sol y en la tienda de La Rosaleda no cabía un alfiler. Una bufanda por aquí, una camiseta por allá... y el equipo llegando. Algo cambia cuando el autobús asoma, tanto o más que la ciudad cuando se viste de carnaval. En plena resaca del mismo, con algunos disfraces y caretas aún resistiendo, la murga 'Los Malagüitas' aliñó el ambiente (ver vídeo superior) en la misma falda de La Rosaleda.
La primera gran imagen la dejó la salida de los jugadores, con la afición cantando el himno a capela. Con tanta rabia como ilusión. "¡El Málaga va a jugar!", retumbó en su final. No hubo casi tiempo ni para acordarse de Al-Thani, sí del efímero y dañino Shaheen. Las pancartas, aquellas que el norteamericano quería fulminar, lucieron con más razón que nunca. Las mentiras, sepultadas por las gargantas. "Cógete un taxi, Richard cógete un taxi", bramó la grada con toda la sorna del mundo. Entretanto, el gol de Tete Morente. La grada abajo, celebración enfurecida. Fútbol en estado puro. Repitió el Málaga, olvidó sus penas Lombán. Como en los días grandes, el equipo se fue a por más con la fuerza de su grada detrás y con el primero ya en la buchaca. Y encontró premio.
Aparecieron los bocatas, los refrescos... y lo más animosos no dejaron de cantar. El paso por vestuarios no cambió el guion, la fiesta continuó en la reanudación con los flashes asomando en la grada. Todo estaba permitido porque todo salía bien. Los casi 25.000 de la grada (mejor entrada de la temporada) disfrutaron, gritaron, se emocionaron. Sintieron como hacía tiempo no sentían. Demostraron que el Málaga y sus malaguistas tienen más ganas de vivir que nunca. ¡Si es que se hizo hasta la ola! Al ritmo de "¿dónde están los Al-Thani?, por cierto. Todo estuvo permitido porque todo salió bien. Una señora tarde de fútbol que se coronó con La Rosaleda cantando de nuevo el himno, bufandas al viento. Con los jugadores rendidos ante su gente. "Con nosotros no hay quien pueda". Y qué razón más grande, aunque quizá en Catar ni se enteraron. Pero ni falta que hace. Con los que quedan por aquí nos sobra.
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