La auténtica grandeza de Don Joaquín
Durante tantos años con una cámara colgada al cuello vas conociendo a muchas personas en el mundo del deporte, pero los que te dejan huella son unos pocos elegidos que se quedan para siempre contigo. Personas que trascienden en tu propia vida, en primer lugar por el respeto que te merecen como ser humano y como profesional y en mi caso, también por el respeto que siento que tienen por mi trabajo y por mi persona.
Joaquín Peiró será seguramente el entrenador de la historia del Málaga CF y CD Málaga que más me ha marcado. Exquisito en el trato y respetuoso y divertido en las distancias cortas. Tengo un buen archivo de fotografías suyas, pero mi archivo también está lleno de anécdotas con él.
Durante los entrenamientos del Málaga CF en el estadio de La Rosaleda siempre le gustaba colocarse apoyado en la publicidad de Preferencia, y junto a él y al otro lado siempre estábamos Ramón Navarro (fotógrafo de Marca) y yo (As). Solo podíamos estar nosotros dos. Era el premio que nos daba a nuestra seriedad en el trabajo y a no saltarnos nunca sus normas dentro del día a día.
Allí disfrutábamos junto a JoaquÍn de largas y divertidas charlas. En ocasiones le costó alguna mala cara de otro fotógrafo o cámara a quien echaba cuando se colocaban en aquella misma zona. Solo podíamos estar Ramón y yo. Joaquín también nos regaló el prólogo a una exposición fotográfica conjunta que realizamos los dos con el Málaga CF como protagonista, aún recuerdo cómo comenzaba aquel cariñoso texto “los más cabales y puntuales de los que vienen cada día a La Rosaleda…”.
Afecto, respeto y cariño mutuo que se fue forjando entrenamiento a entrenamiento y partido a partido. Viajes y concentraciones de esas que ya no se hacen, en las que la cercanía con el profesional era total, donde intercambiabas vivencias, experiencias, sentimientos…
A Joaquín lo vi llorar despidiéndose de Catanha en Covaleda, reír con las cosas de Darío Silva, pasear en bicicleta por los campos de Schruns de Austria...
A Joaquín lo vi llorar despidiéndose de Catanha en Covaleda, reír con las cosas de Darío Silva, pasear en bicicleta por los campos de Schruns de Austria, donde además me gastó una broma con la que quería mandar un mensaje al resto de medios desplazados, anécdota con la que todavía me río cuando me reencuentro con Juan Carlos Añón. Las cosas han cambiado mucho desde entonces en el fútbol profesional, ahora se ha perdido ese “toque” de humanidad en los equipos, ya no existe esa cercanía y difícilmente existirá en el futuro.
Pero la auténtica grandeza de Joaquin la he descubierto hoy, al comprobar cómo nadie habla mal de él, como todo el mundo, desde el aficionado hasta el directivo o el ex jugador de turno tienen palabras emocionadas de recuerdo. Ese es su enorme legado, el de una buena persona que pasó por nuestras vidas de una forma u otra y nos dejó un arañazo nostálgico en nuestros corazones.
