Nostalgia, qué bonito nombre tienes
"Siempre hay días felices que recordar. Y mientras más jodido estás, más felices parecen los días del pasado. Como los días de fútbol en el monasterio". Con estas palabras de 'Tokio' comenzaba el episodio dos de la cuarta parte de 'La Casa de Papel'. Parece que los guionistas de la afamada serie eran conscientes de que los fanáticos de los 'Dalís' íbamos a comernos esta cuarta entrega durante los días más difíciles que la mayoría de nosotros recordamos. Nostalgia, qué bonito nombre tienes.
Viendo esas escenas (alerta, spoiler) de los atracadores jugando un partidillo de fútbol en el monasterio donde estaban recluidos preparando el golpe al Banco de España, como hacemos ahora nosotros preparando nuestra posible vuelta a la normalidad, los amantes del fútbol añoramos el balón rodando sobre el césped y todo lo que gira alrededor de ese deporte para muchos tan insulso, desde las tertulias improvisadas a los pequeños sufrimientos que nuestros equipos nos hacen pasar.
Contemplando a la banda del 'Profesor' degustando un gran banquete reunidos todos alrededor de una mesa, bebiendo vino y cerveza a espuertas, todos echamos de menos estar en la terraza de cualquier bar compartiendo risas y anécdotas con nuestros amigos, nuestra familia o, simplemente, nuestra pareja -a la que muchos hoy en día tienen lejos-. Y la nostalgia y su sensación agridulce hacen acto de presencia.
Pero no sólo de fútbol y bares viven el hombre y la mujer. Si el confinamiento es duro, desde el pasado domingo está siendo aún más complicado para algunos. Hoy es Martes Santo. Y ayer fue Lunes Santo. Y pasado mañana será Viernes Santo. Pero a ninguno de los que pasamos 365 días esperando a que el incienso y los tambores y los capirotes invadan las calles se nos va a quitar del todo el regusto amargo de la nostalgia -daos por aludidos los que sabéis que os tengo en mi pensamiento estos días-. Porque ni este martes, ni este lunes, ni el viernes han sido, son ni serán tan santos como nos gustaría.
Pero ojo, porque la nostalgia tiene un lado bueno y oculto -como casi todo en esta vida-. Y es que gracias a ella aprendemos a valorar los momentos dichosos del pasado y, al menos eso espero, nos enseñará a estimar los que vengan en el futuro. Cualquier abrazo, cualquier beso, cualquier caricia serán un preciado tesoro, sencillamente porque hoy no nos los podemos permitir.
Ay, nostalgia, tienes un nombre casi tan bonito como tu prima la felicidad, aunque a veces no lo tengamos en cuenta. Porque, como termina 'Tokio' su discurso, "eso es la nostalgia: descubrir que las cosas del pasado que entonces ni siquiera sospechabas que eran la felicidad, sí lo eran".
Así que sueñen, saboreen la nostalgia y, sobre todo, sean felices.