Del VAR al bajón

Si hay alguien que lea esta crónica entiende los criterios del VAR, esos que cambian dependiendo del partido, la categoría, el país o la competición, por favor, que contacte con este humilde cronista. Porque una vez más una herramienta que aterrizó con el disfraz de salvadora de un deporte que inventaron rudos británicos en la tasca de un bar confundió a todos y sólo benefició a unos (1-2). Hubo un antes y un después en el partido de este sábado a raíz del 1-1, que llegó con medio Cartagena en fuera de juego despistando a Juan Soriano. Recordó tanto a Dortmund que dolió aún más. Y no por la subjetividad con la que se aceptó el gol, sino porque en una jugada claramente interpretativa el colegiado no fue llamado a filas para revisarla. Ahí se acabó el Málaga, al que no hay que descargarle de culpa por su bajón de rendimiento en una segunda mitad en la que el Cartagena remontó.

También con acción, o más bien inacción, del VAR. De la Bella firmó el volteo al marcador y esta vez sí Pulido Santana acudió a la pantalla a ras de césped. Todo por el inicio de la jugada, en la que Jozabed porfió con Álex Gallar con el balón rebotando entre hombro, brazo y mano. La mano clara fue la de Gallar, pero entendió Pulido Santana que antes el malaguista golpeó con su brazo el esférico. Más allá de la camiseta que uno lleve puesta, no se puede negar que esta temporada la mayoría de acciones que están en el alambre han caído de un lado: el contrario al del Málaga. Al Málaga le están cerrando el VAR.

Una lástima, porque los primeros 25 minutos del Málaga fueron una maravilla. Influenciados por el empujón del recibimiento en la previa el equipo enderezó el asunto con buen fútbol y un gran gol, el de Cristian Rodríguez. Antes, Orlando Sá pudo firmar su primera diana con un remate de cabeza en el que el cuello no correspondió a la idea de su cabeza. Pero el Málaga era mejor, claramente, dominando el partido en la medular y aterrizando en el área por ambas bandas. Así hasta el minuto 29, cuando Cristian Rodríguez se inventó una volea girándose sobre sí mismo que, tras golpear en el larguero, rebotó en Marc Martínez y se coló. Golazo con asterisco, pero el 95% es del malaguista. Después llegó el polémico 1-1, el descanso y todo se fue al garete.

El centro del campo vistoso formado por Cristian, Jozabed y Ramón dejó de funcionar y el Cartagena se lo creyó. Afianzó su cambio con el 1-2 y hasta coqueteó con el tercero. Entretanto, ni rastro del Málaga. Pellicer buscó alterarlo todo con Caye, Luis Muñoz, Cristo y hasta Larrubia. Pero para entonces los de blanco y azul se habían marchado, física y mentalmente. Uno de esos ecosistemas en los que La Rosaleda marcaba el camino, qué ganas de que el cemento se cambie por gargantas. En esta ocasión, en plena recta final de maratón, al Málaga se le vio con la lengua fuera y la épica del día del Lugo no apareció de nuevo en Martiricos. El Cartagena quebró la fiesta.