Año nuevo, mismo cuento

El 2021 empezó para el Málaga CF como se fue el 2020: con un punto y el foco sobre los árbitros. Fue de menos a más el equipo de Pellicer en Albacete (1-1), donde le faltó un chispazo en la segunda parte para regresar con el mayor de los botines. Jairo marcó su primer gol nada más arrancar la segunda parte, igualó Ortuño tras un penaltito de Escassi tres minutos después y González Esteban pasó a ser el protagonista porque no vio un penalti claro a Joaquín Muñoz con el empate ya dominando el marcador. Ni trencilla ni VAR, nadie decidió señalarlo ni avisarlo y al Málaga se le fue un partido que regaló un punto más agrio que dulce porque hasta en la última jugada hubo opciones para ganar. Año nuevo, mismo cuento.

Con Jairo y Caye como novedades en el once -se cayeron Orlando Sá y el sancionado Yanis-, el batiburrillo del primer tramo de partido lo alteró un Caye Quintana que estuvo tan batallador como errático. Un cabezazo desviado tras buena jugada de Joaquín y un remate falto de fuerza y algo egoísta con Cristian esperando así lo atestiguaron. El Albacete se limitó a esperar, no demostró hechuras renovadas pese a ganar en la última cita de 2020. El colista lo es por algo y al Málaga le faltó colmillo. Bastante, además. Porque en ese ralentí aburrido de la primera parte se echó en falta algo más para poner boca arriba las cartas y el partido.

El Málaga no dio el paso adelante y el Albacete se puso bravo. Le dio por construir las tres acciones más peligrosas de la primera mitad. La primera la salvó Dani Barrio con una estirada, la segunda la cabeceó fuera Kecojevic y la tercera la negó de nuevo Dani Barrio tras un cabezazo desesperado donde buenamente pudo de Escassi. Con ese apretón manchego se apagó la primera mitad, mucho menos incandescente que el inicio de la segunda en el que llegaron el 0-1 y el 1-1. En tres minutos escasos, del 50 al 53, los dos únicos zarpazos del partido. El empate, pese a lo que se podía prever, sentó peor al Albacete porque el Málaga se sacó de encima el miedo a perder y, ahora sí, quiso ganar.

Quiso el Málaga, no quiso González Esteban. Porque a Joaquín, que lo fue todo en la segunda parte para bien o para mal, le hicieron un penalti como una catedral de grande en los muchos minutos en los que el Málaga achuchó. Penalti con todas las letras tras tirar una ruleta y ser, a la par, agarrado arriba y trastabillado abajo. Penalti, y ya está. No lo vio González Esteban, no le avisaron del VAR -Iglesias Villanueva mandaba allí- y dirán aquello de que no era un error flagrante y manifiesto. El mismo cuento, el mismo perjudicado. La jugada encima le costó la amarilla al malaguista, que antes había generado mucho peligro con, en ocasiones, exceso de individualismo.

Orlando Sá entró por Cristian y el luso se sacó un cabezazo potente al primer palo que abortó Tomeu Nadal. Apareció Jairo, crecieron los laterales y Caye se sintió más cómodo por la derecha que arriba. El Albacete pasó a ser lo que el Málaga quería que fuera, un equipo plagado de miedos y que quiso amarrar el punto como un auténtico tesoro. El banquillo del Málaga no ofrecía demasiadas soluciones a Pellicer por aquello de las fichas, y ya en la recta final entraron a la vez Juande y Juan Cruz. Para entonces las ideas y las piernas ya estaban apagadas, una lástima porque el Albacete estuvo a expensas hasta el último instante de lo que el Málaga quiso o pudo. Un puntito para empezar.