Todo mal

Si algo le podía salir mal al Málaga CF en el decisivo -aunque sólo sea la jornada 6 de LaLiga SmartBank- choque ante el Tenerife, le iba a salir mal. Se le puso el marcador en contra con un gol de Javi Jiménez en propia puerta; Álex Gallar lo empató antes del descanso; Bustinza fue expulsado por dos amarillas en apenas 3 minutos; el colegiado concedió un penalti que no era y Enric Gallego subió el 2-1 al marcador; y el mismo colegiado anuló un gol del cuadro de Ramis que sí era, el VAR lo revisó y finalmente se dio el 3-1.

Ni a Pablo Guede parecen quedarle explicaciones, ni al malaguismo paciencia ni fuerzas. Este Málaga va a la deriva y urge un cambio de rumbo para que todo lo que parecía que iba a -y debía- estar muy bien, deje de estar muy mal.

De menos a más

Las primeras aproximaciones, aunque el Tenerife salió con la intensidad que le exigía jugar en casa en las circunstancias en las que llegaban, estaban teñidas de blanquiazul -de rosa esta noche-. No obstante, enseguida se vio que el cuadro local iba a intentar aprovechar la falta de solidez defensiva de los de Guede montando contragolpes de velocidad.

La primera vez que Enric Gallego logró deshacerse de la defensa de N'Diaye, Waldo pilló en velocidad a Bustinza y pudo ponerle al delantero un centro que, con muchísima fuerza, acabó rebotando en la pierna de Javi Jiménez antes de colarse en la portería de Manolo Reina. Otra vez tocaba remar. Y ahora iba a ser contracorriente, con una sola pala y el agua entrando en la barca por cada centímetro que avanzaba.

Se hicieron los de Guede con la batuta. O mejor dicho, con la pelota. Porque dirigir, no dirigían mucho y la inmensa mayoría de las jugadas acababan en un despeje de la defensa del Tenerife que enseguida se reafirmaba para armar un contraataque. Otras eran balones que se perdían por la línea de fondo o atravesaban de punta a punta el área sin encontrar rematador.

La presión, demasiado alta, obligaba a correr mucho hacia atrás al equipo cuando el Tenerife montaba una contra y los de Ramis quedaban en superioridad numérica. Garcés y Enric Gallego intentaban aprovechar al máximo estas jugadas para aumentar la renta en el marcador.

No obstante, parecía que el Málaga se animaba. Se acercaba a la portería de Soriano, que tuvo que tirar de reflejos para sacar un balón de Javi Jiménez. Y unos segundos después, Gallar aprovechaba un mal despeje de Šipčić para, esta vez sí, batir al guardameta exmalaguista y subir el 1-1 al luminoso del Heliodoro Rodríguez López. Mantenerse hasta el intermedio era el reto a corto plazo y con buen trabajo defensivo, con grandes intervenciones de N'Diaye -a pesar de sus molestias-, se logró.

El clásico cortocircuito

Salió con mucha más decisión el cuadro de Ramis buscando el segundo gol. Los de Guede, aun con los problemas habituales en defensa, conseguían evitar el peligro. Pero en apenas dos minutos, Unai Bustinza dejó al Málaga con el culo al aire, provocando el clásico cortocircuito de cada partido en el conjunto blanquiazul. Sólo habían cometido tres faltas los blanquiazules, dos del central vasco, muy seguidas, que acabaron con sendas cartulinas amarillas y la consecuente expulsión del jugador, quedándose el equipo con un hombre menos.

Guede decidió probar suerte e introdujo cuatro cambios de un tirón. Sentó a sus dos hombres de confianza cara al gol y juntó arriba a Loren con Chavarría, mientras que Juande se metió con N'Diaye como central y Escassi pasó al pivote junto a Genaro, llevando a Villalba y Gallar al banquillo. Loren probó suerte en el primer balón que tocó, demostrando que confianza y seguridad le sobran.

Aún así, se veía venir que el cuadro local iba a lograr adelantarse en cualquier momento, porque el Málaga estaba atenazado por los mismos problemas de siempre: sin orden, sin limpieza, sin ideas. Lo hizo, sin embargo, de forma injusta. Porque el colegiado Caparrós Hernández indicó la pena máxima de Juanfran sobre Enric Gallego y, aunque la jugada fue revisada por el VAR y en la repetición se aprecia claramente que, si hubiera alguna acción punible sería una falta en ataque del delantero del Tenerife sobre el lateral malaguista, el propio ariete lanzó desde los once metros y subió el temido 2-1 al luminoso del Heliodoro.

El Málaga intentaba la heróica a balón parado, pero esto implicaba que la manta corta dejaba la defensa completamente descubierta en las contras. Y precisamente fue de eso de lo que sacó tajada el Tenerife. Manolo Reina consiguió detener el remate en primera instancia de X y Teto recogió el rechace para meter el balón al fondo de la red. El árbitro, en principio, anuló el gol. Pero tras la pertinente revisión y comprobar que no había sucedido nada para que el tanto no subiera al marcador, los locales lograron el 3-1.

Y el partido, junto a las esperanzas del malaguismo y las fuerzas de Pablo Guede, acabó muriéndose sin que ocurriera nada más reseñable. Que ya bastante había...