Hierro, del traje al chándal
Krasnodar (Rusia), 18 jun .- "Vine al Mundial con traje y corbata y ahora trabajo con chándal". Es una frase de Fernando Hierro que plasma su cambio de vida. De director deportivo a seleccionador, sin perder su forma de caminar por el fútbol, con la conciencia tranquila por haber dicho lo que pensaba a todos en la mayor crisis del fútbol español.
Hierro habla de Sergio Ramos, un jugador que representa en el presente lo que él era en el pasado en el vestuario del Real Madrid y la selección española, como "un tío sin dobleces" al que "se le ve venir de lejos". Personalidad y carácter. "Con muchos valores".
La descripción se la puede aplicar a sí mismo para dirigir ahora desde el banquillo a la selección española con la conciencia tranquila y pudiendo mirar a los ojos a todos los protagonistas de la crisis de Krasnodar.
Fernando pidió explicaciones primero a su amigo Julen Lopetegui, tras el comunicado oficial del Real Madrid anunciando su nuevo entrenador, e intentó frenar después al presidente Luis Rubiales de una decisión sin precedentes. Él tiene el pulso de cada escenario del fútbol. Sabía cómo caería la decisión en el vestuario, el vacío técnico a dos días del estreno en un Mundial, la situación en medio del fuego con la bandera blanca alzada como director deportivo y el sentimiento de orgullo y traición de los despachos. Ha pasado por todos. Por eso empatiza con cada uno.
En su nuevo papel, demuestra honestidad en su mensaje y una humildad de aquel que fue leyenda de la Roja sobre el césped y ganó un Mundial tras nombrar a Vicente del Bosque y en una función de enlace con los futbolistas. Su reconocimiento en cada paso que da a la figura de Lopetegui ha estado y estará mientras se camine en Rusia. España está entre las favoritas al título por el inmaculado trabajo del estudioso Julen. Lo estudió todo, menos las consecuencias que podía tener su decisión de abandonar el cargo al final del Mundial.
Y Hierro dio el paso con valentía cuando Rubiales recurrió a la persona que mejor conoce al grupo de jugadores. Decir que no habría sido traicionarse a sí mismo. "Soy seleccionador por circunstancias", confiesa desde el corazón por su falta de experiencia en los banquillos, apenas un año en el Real Oviedo que no sirvió para hacerle ver si su camino estaba a pie de césped o en los despachos.
Su vida ha cambiado de la forma que menos esperaba. No tenía claro si seguiría tras el Mundial 2018 como director deportivo, tras la destitución de su querido Vicente Casado como director de márketing. Y ahora, desde su nuevo puesto, solo mira al presente tras entrar con su personalidad al vestuario. Sabía que los jugadores ahora medirían su mensaje de forma diferente, pero ese terreno lo maneja por su larga experiencia en la elite e infunde respeto.
Hierro dio la cara por Sergio Busquets tras la derrota ante Suiza en el estreno en el Mundial 2010, en numerosas ocasiones por Gerard Piqué, al que intentará convencer de que recule en su adiós a la selección, y apagó el fuego de los clásicos que afectaron al ambiente familiar de la Roja entre jugadores del Real Madrid y el Barcelona en la 'era Mourinho'. Los 'jefes' del vestuario le respetan y los jóvenes triunfaron en las categorías inferiores siempre con Fernando cerca para asesorarles.
Con España, lejos del estupor con el que llegó al estreno ante Portugal, respetando el legado de Lopetegui, encara un duelo decisivo ante Irán en el que Hierro irá introduciendo retoques. "No hay dos técnicos iguales". Con respeto a un estilo intocable, el que tantos años costó encontrar, y la mentalidad ganadora que le caracterizó toda su carrera: "Esto es por siete partidos, no me planteo nada más".