Carolina hace vivir otro inolvidable día de fiesta a Huelva
Una nueva hazaña de Carolina Marín volvió a reunir a toda Huelva ante el televisor, para lo que los onubenses madrugaron un domingo de agosto y no para ir a la playa, sino para contemplar con ilusión como la campeona que tan orgullosos les hace sentir volvía a desplegar su arrollador carácter sobre el tapiz.
Era un domingo de agosto y no uno cualquiera, sino el de las Colombinas, las fiestas de la ciudad, que conmemoran cada año la partida de las tres carabelas hacia América el 3 de agosto de 1492, un espíritu conquistador heredado por su deportista más laureada y emblemática. En el día de cierre de la celebración ella adelantó los fuegos artificiales.
Con algunas ojeras y bostezos, las mesas del Bar Terraza Parque Moret, en el barrio de Carolina, La Orden, se poblaron de cafés delante de clientes que pese al cansancio esbozaban una sonrisa esperando lo mejor. Es el lugar tradicional, el centro neurálgico de cada final, que una vez más se vistió de azul y blanco y se engalanó con banderas del Recreativo, Huelva, Andalucía y España.
La temperatura fue subiendo conforme el sol ascendía y la tensión seguía el mismo camino en los rostros de los reunidos, con mayoría de miembros del club de origen de Carolina, el Recreativo IES La Orden, gente que sabe mucho de bádminton y cuyos comentarios enriquecían la transmisión.
Las dudas en la igualdad del primer set de Carolina dieron paso a la confianza de la campeona y su mejor versión. El temperamento traspasaba la pantalla y sus paisanos, amigos y conocidos reforzaban sus esperanzas de triunfo y se crecían. Cada vez más aplausos y sonrisas, más alabanzas y gritos y menos sufrimiento.
Su paisana era un rayo en la pista y su demoledor ritmo acercaba a la victoria y al estado de felicidad que acabó reinando, bañado por varias botellas de champán. Los coches pasaban pitando para reforzar un nuevo día de fiesta inolvidable en la cuna de Carolina Marín.