Otra lección de futuro
Lucía Santiago
Madrid, 24 ago .- El 26 de diciembre de 2004 un tsunami golpeó fatalmente el margen tailandés del océano Índico. Las playas paradisíacas de aquel lugar dieron paso a una realidad catastrófica, de consecuencias letales para miles de personas. Puertos pesqueros, playas e islas de seis provincias del litoral quedaron devastados por una ola gigantesca que colapsó Phi Phi, Kao Lak o Phuket, uno de los principales destinos turísticos del país.
Las 21 internacionales españolas convocadas para el Mundial sub-19 de Tailandia esquivaron el desastre por cinco semanas así que en su memoria se topan sentimientos encontrados.
"Nuestra experiencia fue muy bonita, pero creo que todas tenemos presente lo que ocurrió después. Nosotras estábamos en el tercer piso y, por lo que nos contaron, el hotel se inundó hasta la segunda planta y el destrozo fue importante", cuenta Aintzane Encinas, que en la actualidad encabeza el cuerpo técnico del filial de la Real Sociedad junto a Xabier Illarreta.
La exjugadora txuri-urdin fue una de las 21 internacionales convocadas por Ignacio Quereda para aquel certamen, aunque no entró en la reducida rotación del técnico. Era la benjamina de la expedición. Tenía 16 años, algunos menos que Iraia Iturregi o Natalia Pablos, a las que menciona como "referentes" de aquel ilustre plantel, campeón de Europa pocos meses antes.
"Sin duda, fuimos la gran sorpresa de aquel torneo. Alemania era la gran favorita en la final. ¡Nos habían metido 6 goles en la fase de grupos!", se suma Vero Boquete desde su Galicia natal, donde disfruta de un paréntesis vacacional antes de retomar su periplo en la Liga de China. "Lo que hicimos en 2004 fue mágico", remarca.
La realidad de aquella generación estaba notablemente alejada del profesionalismo que ahora acompaña las carreras de Patri Guijarro o Aitana Bonmatí, dos de las jugadoras que colocaron a España en su primera final de un Mundial de la categoría después de proclamar un nuevo reinado en Europa.
"Ellas dos, por ejemplo, tienen experiencia en la Liga de Campeones con el Barça. Tienen 20 años, pero son habituales con la absoluta. Damaris Egurrola o Maite Oroz son titulares en el primer equipo del Athletic Club. Yo, en cambio, cuando llegó la convocatoria para el Mundial de 2004 llevaba en el Levante tres meses. Venía del fútbol regional, de entrenar en tierra, solo un día por semana, más allá de las 9 de la noche", rememora Ruth García.
La central, de regreso en la entidad 'granota' tras una fructífera estancia en Barcelona, fue titular en los tres partidos de la fase de grupos ante Rusia, Corea del Sur y Estados Unidos. Una victoria y dos derrotas apearon a La Roja en esa primera ronda.
"Quizás el equipo no estaba concienciado para lo que nos estábamos jugando y nos vino un poco grande vernos allí, pero en aquel momento fue un 'boom' después de ganar el Europeo sub-19. Ahora es habitual ver a la sub-17 y a la sub-19 en finales, pero antes no", agrega en una charla telefónica con EFE.
En aquel certamen, en el que ya despuntaban la estadounidense Megan Rapinoe o la brasileña Marta Vieira, entre otras, una joven Vero Boquete empezó a construir también sus sueños de futbolista.
"Yo entonces ni siquiera entrenaba a fútbol. Entrenaba más a fútbol sala y jugaba en Liga Nacional", subraya la santiaguesa, "pero a partir de ese Mundial empecé a darme cuenta de que en otros países había jugadoras cien por cien profesionales. Personalmente, a partir de ahí mi objetivo fue estar entre las mejores".
Su nominación al Balón de Oro o su coronación como campeona de la Liga de Campeones con el Frankfurt -fue subcampeona con el Tyresö y con el Paris Saint-Germain- validan su apuesta, aunque la decisión de apostar todo al fútbol "no fue fácil".
"Creo que ahora es una opción real porque se puede llegar a vivir de esto, pero antes muy pocas futbolistas podían pensar que sería posible. Por suerte, ahora la rueda ya empieza a girar. Eso hace que la gente esté más motivada y trabaje más y mejor. Por eso el nivel es mayor. El fútbol femenino ha arrancado de verdad y es gracias al compromiso de los clubes", apostilla.
Aintzane Encinas comparte esa visión: "En la cantera está el cambio. Se está trabajando muy bien la base. La principal diferencia con respecto al Mundial de 2004 es que a las generaciones de abajo llegan jugadoras realmente potentes".
"Con 19 o 20 años son profesionales y juegan en equipos grandes. Y después, con la selección, se atreven a competir de tú a tú con las grandes potencias y les ganan. Hace años era impensable", conviene Vero Boquete.
"Desde 2004", coincide Ruth García, "ha habido un cambio brutal". "Las niñas tienen privilegios que nosotras no teníamos y condiciones buenísimas para ejercer esta profesión de la mejor manera posible", afirma la defensa de Camporrobles, de 31 años.
La simple imagen de una plantilla uniformada, por ejemplo, era inimaginable catorce años atrás. Una jugadora se ejercitaba con una casaca de un color; otra compañera con otro distinto.
"A mí me brillaban los ojos con una camiseta, con un simple detalle", cuenta Aintzane Encinas.
Esta semana vuelven a brillarle al recordar su estancia en el Mundial sub-19 de Tailandia o cuando, más recientemente, una aficionada le confesó que su hija lleva su nombre por la admiración que le profesa "como jugadora y como persona".
La guipuzcoana también tuvo su referente: Arantza del Puerto, "una mítica jugadora de la selección española". Ostentaba el récord de partidos como internacional con La Roja hasta que Marta Torrejón le dio alcance. "Coincidí con ella en el Añorga. Me fascinaban sus historias. Vivió una época en la que los padres no dejaban que sus hijas jugasen al fútbol", asegura.
Garbiñe Etxeberria, coordinadora de la sección femenina de la Real Sociedad, le trasladó asimismo las dificultades de aquel momento en que las mujeres, con Conchi Sánchez -conocida en el mundillo como Conchi 'Amancio'- a la cabeza, empezaron a reivindicar su valía con el balón.
"A ellas les pertenece la palabra pioneras porque fueron las que realmente abrieron las puertas. Fueron las primeras que empezaron a jugar al fútbol, a ir a la selección y a ganar algo de dinero", dice con tono agradecido Vero Boquete.
Carmen Menayo, Claudia Pina, Candela Andújar, Laia Aleixandri, Berta Pujadas o Cata Coll son los nombres que tomarán su relevo tras la valiosa medalla de plata lograda en el Mundial sub-20 de Francia.
"A mí, personalmente, me enorgullece que ahora haya niñas que estén disfrutando de esta oportunidad. Espero que realmente lo valoren y que peleen y luchen por querer más porque ésta es una pelea continua. Las jugadoras de mi generación sabemos lo que hemos peleado, lo que hemos crecido a base de resultados, con la máxima humildad, dedicación y esfuerzo sabiendo que en este mundo es muy difícil llegar a la elite. Es momento de disfrutar el presente, pero espero que no olvidemos el pasado", cierra Ruth García.
Con el recuerdo de la última derrota ante la selección japonesa, victoriosa (3-1) en la final disputada en Vannes, el fútbol femenino español buscará un nuevo impulso. Su punto de partida es más alto que el que otra generación histórica dejó en 2004.