Resumen de la 2018-19 (3): Imanol, el resucitador, todavía a examen
Cuando Imanol Alguacil asumió por primera vez el banquillo de la Real Sociedad, tras la destitución de Eusebio, lo hacía con la tranquilidad de saber que no iba a continuar en él. Su trabajo fue el de revitalizar a un equipo que otro entrenador trataría de gestionar en la temporada que acaba de finalizar, y cumplió con ese papel de manera admirable, inyectando un chute de moral a un equipo que parecía muerto y ganándose el respeto de toda la parroquia txuri urdin, también por la espléndida temporada del Sanse que comenzó dirigiendo y que llegó a jugar el play off de ascenso a Segunda División. No pocos entonces apostaron por su continuidad, aunque el anuncio de que regresaría al Sanse para el comienzo de la campaña y la posterior contratación de Asier Garitano hicieron que esas voces se escucharan poco. Al fallar Asier Garitano, Imanol se convirtió de nuevo en la primera opción, pero su segunda experiencia, también más larga, le ha demostrado lo que él mismo ya dijo hace un año, que entrenar a la Real no es precisamente un camino de rosas.
Y eso que su segunda etapa no pudo empezar de mejor manera, con un histórico triunfo en el Santiago Bernabéu, cuyo mérito redoblaría al convertirse al final de la Liga en el tercer técnico txuri urdin, después de John Toshack y Raynald Denoueix en salir victorioso de los dos encuentros ligueros de la misma temporada ante el equipo blanco. Más aún, el equipo txuri urdin no conoció la derrota en los ocho primeros partidos de Liga disputados bajo el mando de su nuevo entrenador, y sumó también una nueva victoria ante el Athletic, esta vez en el derbi de Anoeta, entrando de lleno en la pelea europea que aspiraba a dominar su temporada y que con Garitano apenas se olió en las primeras jornadas de Liga. Pero no todo fue tan plácido. La Real de Imanol no fue tan atractiva esta temporada como lo había sido en la anterior. Eso, al margen del resultado final de la campaña, es un hecho. Puede que también pesara la eliminación copera ante el Betis cuando dio la impresión de que se podría haber pasado de ronda y seguir un camino más o menos asequible para haber hecho algo grande en el torneo del KO. Puede que los muchos contratiempos en forma de lesión truncaran los planes del técnico. O puede que fuera una mezcla de todo.
El caso es que Imanol, que había resucitado dos veces a la Real, se vio en el mismo peligro de sus antecesores cuando el equipo encajó las primeras derrotas. Perder 0-2 en Anoeta ante el Atlético de Madrid por dos despistes a balón parado evidenció lo que con Imanol fue un claro déficit, la estrategia. Y caer 5-2 en el Sánchez Pizjuán ante el Sevilla demostró que ni el ímpetu de su técnico podía evitar la habitual jornada sonrojante de una Real que, cuando se ausenta, puede caer goleada en cualquier sitio. Este año tocó ante un equipo herido y del que no tardó en ser cesado Machín, una vez pasado el oasis que supone en demasiadas ocasiones la visita de la Real, ya conocido equipo aspirina cuando el rival viene en mal momento. Eso puso en alerta a muchos con respecto a las posibilidades de Imanol, y desató rumores sobre su futuro en el banquillo que el final de la temporada no ha acallado del todo. Su gestión de la plantilla, menos equilibrada al principio, con algunos jugadores de casa con la etiqueta de apartados sin estarlo (Pardo, Sangalli, Bautista) y con la insistencia en los dos jugadores cedidos pese a que semana tras semana demostraban lo fallido de su aportación no le hicieron ganar puntos de cara a la gente. Su gestión de los partidos, a veces sin reacción, tampoco.
Pero una vez más, Imanol le dio la vuelta a la tortilla. Es verdad que le falta recorrido, es imposible que no sea así cuando todavía no se ha llegado a completar una temporada en la élite del fútbol español. Pero tiene algo que hace que la Real, de su mano, siempre pueda volver. En el poco tiempo que lleva en el primer equipo le ha ganado dos veces al Real Madrid, una al Atlético, otra al Athletic y ha dejado la imagen más digna en años en el Camp Nou. Cierto es que ha sufrido contra equipos de mucho menor potencial, que le Eibar dejó en Anoeta un baño de escasos precedentes y que suerte tuvo la Real de que acabará en empate, o incluso que cuando se ha visto de cerca el salto europeo Imanol no ha sido capaz de detener el temblor de piernas que impide ganar partidos de esos que uno tiene la sensación de que hay que ganarlos. Pero tampoco se puede olvidar que, cuando ha querido o le han dejado, ha apostado por chavales que están llamados a marcar el presente y el futuro de la Real, ha propiciado que el club tenga nuevo golpeador más joven en toda su historia, Barrenetxea, y ha dejado aciertos que hacen pensar que está plenamente capacitado para crecer junto a la Real.
Puede que no sea el entrenador perfecto, ¿pero quien lo es? Por la Real han pasado en los últimos años perfiles de técnico de lo más variado y ninguno ha convencido del todo o durante mucho tiempo. Imanol es de los nuestros. Y confía en lo que hace. Son buenas razones para confiar en que, bien rodeado, puede llevarnos a cotas mucho más altas. La próxima temporada, desde luego, es su auténtica prueba de fuego.