El impacto de toparse con el Machu Picchu

Todavía no ha amanecido en Aguas calientes, el cosquilleo que precede a los grandes descubrimientos recorre todo mi cuerpo... por fin, tras años de espera voy a a Machu Picchu, la ciudad de los incas que los conquistadores españoles no llegaron a descubrir, y gracias a lo cual permaneció escondidas hasta mitad del siglo XX. Machu Picchu es uno de esos sitios que por mucho que hayamos visto en televisión no pierde un ápice de misterio y belleza. 
 
Todavía no ha llegado el alba y nos encontramos en las puertas de la ciudad... sería increíble ver amanecer sobre estas impresionantes ruinas, lamentablemente la eterna neblina matutina nos impedirá ver en todo su esplendor el amanecer. Aún así, la niebla da un carácter aun más esotérico y mágico a Machu Picchu. Es muy recomendable llegar cuando todavía es de noche, antes que las hordas de turistas quiten parte del encanto de este maravilloso lugar. Además, estando a primera hora podremos subir al Waynapicchu, la montaña joven, montaña de 2720 metros y con forma de punta de lanza donde estaba situada la torre de vigilancia de los antiguos incas, esta torre permite observar una de las visiones más especiales y desconocidas de la ciudad. Desde aquí se puede ver como Machu Picchu está construida en la cúspide de escarpadas montañas formando una forma reconocible, se dibuja un cóndor, el pájaro sagrado de los incas.  
 
Todo en Machu Picchu es misterioso, especial, único e inigualable. Sentarse en la ciudad mágica de Machu Picchu, dejar pasar el tiempo, respirar profundamente el aire puro que respiraron los antiguos incas..incas que soñaron, como yo, con la libertad, con ser capaces de comprender el porque de las cosas, con el amor, con vivir en paz en su tierra, en honrar por siempre a sus antepasados y con un futuro mejor.
 
(www.triplannet.com, Jorge Molinero).