Hubo un Sevilla...
El presidente del Sevilla, José María del Nido, el mejor presidente de la historia del club, ha ofrecido un giro trascendental en su discurso y en el rumbo de la entidad nervionense. Un giro algo brusco quizás, pero esperado, necesario y real. No hay discusión en cuál es el presente del Sevilla, deportivo y económico.
Queda dicho, pues, que el cambio de discurso y objetivo es adecuado. Y queda dicho también que José María del Nido es el mejor presidente de la historia del Sevilla. Un presidente histórico, sin embargo, que también ha tenido lagunas de gestión. Lógicas seguramente, porque en diez años de presidencia da lugar a hacerlo bien, muy bien y en ocasiones, también, mal.
Lo menos adecuado del discurso de Del Nido, de este cambio tan comentado, es la explicación ofrecida y las causas por las cuales el Sevilla se queda a la mitad del camino de su aspiración de grandeza.
El Sevilla, hace cinco años, era un club que tenía como objetivo abandonar su historia algo irregular salpicada de éxitos puntuales para convertise en otro club, en otro equipo, instalado en la elite. Para ello, el propio Del Nido se marcó un objetivo y unas líneas maestras para ejecutarlo, instalarse en un presupuesto de 200 millones de euros y convertirse en un asiduo a la Liga de Campeones, condición inleudible.
En esa tan loable y complicada aspiración ha fracasado. Pero no por el entorno, no por la economía mundial, andaluza o sevillana, no porque el sino de la entidad sea habitar de por vida en un escalón de nivel menor. Parafraseando al dirigente nervionense, la losa que no puede soportar el club no es, faltaría más, la de las ocho finales y la de los seis títulos, no, qué va. La losa que no ha podido soportar el Sevilla es la de la continuidad en la grandeza, en los grandes aciertos y en la gran gestión, la losa que no ha podido soportar el Sevilla es la inmediatamente posterior a los títulos, la de sus errores en los últimos dos o tres años.
El Sevilla, el mejor Sevilla, con Del Nido, en eso ha fracasado. La cara del club cambió durante cinco años radicalmente, el presente de la entidad cambió, pero también es triste presenciar cómo su desmoronamiento conduce al mismo Sevilla, al mismo equipo, al mismo club que hace 10 años.
Qué duda cabe, mejor llegar a este punto habiendo pasado por los mejores momentos de la historia de la entidad, pero lo realmente grande, lo realmente histórico, habría sido instalar al Sevilla permanentemente en las más altas cotas.
Hubo también un Sevilla campeón y subcampeón de Ligas, que peleaba las copas, las ganaba y pugnaba de tú a tú con el Real Madrid y el Barcelona. Y ese Sevilla tambien pasó para dar paso a otro más mediocre.
La cara oculta de la grandeza reciente del Sevilla es que pasados unos años tengamos que recordar que hubo un gran Sevilla europeo, el de las dos copas de la UEFA, el de las dos copas del Rey, pero que ese Sevilla pasó, dando paso a otro menor, más mediocre, más habitual.
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