Luis Alberto y Campaña
Al hablar de canteranos, ya sea en el Sevilla o en el Betis, siempre hay varios postulados fácilmente manipulabes y desde los que atrincherarse para hacer buena una u otra lectura sobre el futuro del jugador de la casa.
Tan desproporcionado es querer abrir paso a todo futbolista que venga de abajo, como no ofrecer las mismas oportunidades al canterano y al fichaje o al extranjero de turno.
Los casos a los que nos ceñimos ahora son los de Luis Alberto y Campaña, dos jugadores sobre los que se extiende una nebulosa un tanto negativa, una proyección enorme y un rendimiento cuestionable.
En el caso de Campaña el asunto está claro. La dirección deportiva del Sevilla confió en él pasada campaña dándole un sitio en el primer equipo con el dorsal 16, ni más ni menos, el de Antonio Puerta.
Monchi, por tanto, confiaba en él. Los que no confiaron en él fueron Marcelino y Míchel.
¿De verdad Campaña no ha podido jugar más de los 431 minutos en toda la Liga, a efectos prácticos un equivalente a cinco partidos completos? ¿De verdad ha tenido a jugadores por delante con un rendimiento tan alto como para no meter la cabeza?
Evidentemente, si los entrenadores no han confiado en él, ha habido una descoordinación entre la dirección deportiva y los técnicos, que de una u otra forma han cercenado una temporada de proyección del centrocampista.
Claro que los entrenadores no se tiran piedras contra su tejado. Si no le han dado continuidad es porque han considerado que no estaba apto. Pero si los máximos responsables técnicos del Sevilla confían en él, han sido los entrenadores los que no le han sabido sacar partido a un futbolista con unas posibilidades enormes, enormes.
Ahora, el verano se presenta con las perespectivas de una posible cesión, lo que traducido a la práctica es una desconfianza del rendimiento del jugador en el Sevilla y también una confianza en su proceso de adaptación.
El Campaña de este año ya no conserva la misma confianza de los responsables sevillistas, pero eso no debe ser la coartada perfecta para el jugador para no implicarse, dar más de sí mismo y saber que el puesto no se gana por expectativas, sino por rendimiento.
En el caso de Luis Alberto pasa algo parecido. Las expectativas son enormes, pero la confianza decrece. La solución podría ser una cesión, o no. Jugadores cedidos también se han estrellado y luego han vuelto a Sevilla aminorados y sin sitio ya en el equipo. Hay quórum en cuanto a sus capacidades, excelentes, pero no en cuanto su predisposición.
Y en este crucigrama en el que se entremezclan capacidades, rendimientos, confianzas y desconfianzas, regañinas, palmadas en la espalda, exceso de ego, capacidades, etc., ¿de verdad hay una varita mágica? ¿de verdad hay una fórmula para que el canterano explote? No, evidentemente no. Pero sí hay fórmulas para que los entrenadores de turno hagan crecer a sus futbolistas, a los que llegan de abajo, hasta hacerlos madurar y explotar sus capacidades.
Y a día de hoy, ni Marcelino en su día ni Míchel han sabido ver la forma de conducir y educar el talento de Campaña y Luis Alberto. A día de hoy, ni Marcelino en su día ni Míchel han sabido ver lo que vio por ejemplo Monchi para darle, ni más ni menos, que el dorsal 16 de la primera plantilla a Campaña.
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