La caída del muro sevillista
El Sevilla de Míchel comenzó esta Liga con muy buenas sensaciones y ofreciendo una imagen diferente y cambiada del Sevilla de la temporada pasada.
Ese cambio se mostró fundamentalmente en defensa, donde el conjunto hispalense se mostró férreo, seguro y sobrio en el inicio de la Liga. Ganaba con Cicinho en el lateral, Spahic había dado un cambio, Botía mejoró con los partidos a Fazio, Palop era el de antes y el equipo y el centro del campo era un primer valladar difícil de superar.
Así consiguió el equipo de Míchel parapetarse en su retaguardia y encajar en las primeras cinco jornadas solo dos goles, y fruto de dos jugadas a balón parado.
Con ese bagaje se plantó el Sevilla en la jornada sexta, en el encuentro ante el Barcelona, con ese bagaje aguantó hasta la segunda mitad de ese partido. Pero entonces, algo cambió.
Cayeron tres tantos ante el imparable Barcelona, algo que tuvo un análisis particular por la actuación arbitral y el desarrollo del choque, pero los siguientes partidos han confirmado que la defensa sevillista ha perdido rigor.
Palop ya no lo para todo ni es inexpugnable y además comete fallos, como ante el Mallorca, Fazio sigue ofreciendo una de cal y otra de arena, Botía hizo aguas en La Romareda y Spahic ya no es tan seguro si sus compañeros no lo son. El equipo entero ha perdido firmeza defensiva, y se resiente.
Tanto, que desde la jornada sexta, en el partido ante el Barcelona, en cuatro encuentros nueve goles, casi cinco veces más que en las primeras cuatro jornadas. De una media de 0,4 goles por encuentro, ha pasado a una de de 2,25 por choque.
Es una de las causas de la irregularidad del conjunto de Míchel en el último mes. El Sevilla ya no es tan seguro, y por tanto, ya no es tan fiable.