Abanico de carencias
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Álvaro Ramírez IIIEl Sevilla ha sufrido una dolorosa derrota en Mallorca. Dolorosa por lo que supone y dolorosa por la forma en la que se ha producido, muy reconocida en el sevillismo, por otra parte. El conjunto de Emery ha ofrecido una imagen muy limitada y un abanico de sus carencias. Errores defensivos, falta de recursos ofensivos, poca calidad de la plantilla...
Los dos goles recibidos son una clara muestra de ello, ambos del exsevillista Alfaro. Se produjeron de forma similar, retratando en sendos tantos a los zagueros nervionenses, que anduvieron poco atentos y despiertos ante los rechaces primero de Beto y luego del palo que el de la Palma del Condado sí aprovechó. Los errores, las lagunas defensivas fueron bastantes más, de Botía principalmente, aunque ninguno se salva. Ya es difícil sacar partidos adelante, sobre todo fuera de casa, con un lastre tan pesado en la línea de retaguardia, pero aún más lo es cuando para reaccionar, cuando para intentar levantar el partido, uno mira al banquillo y se encuentra con un panorama desolador. Si Kondogbia anda mal, como en Palma, no hay alternativa. Si Negredo necesita acompañamiento, da miedo pensar en Babá. Sus remates ante el Mallorca, de hecho, fueron horrendos, de miedo de verdad, ninguno a puerta. Si sale Reyes, sale descompasado, jugando a no se sabe muy bien qué.
Sevilla FC: Beto; Coke (Cicinho, m. 80), Fazio, Botía (Reyes, m. 67), Fernando Navarro; Medel, Kondogbia (Babá, m. 51), Rakitic; Navas, Alberto Moreno y Negredo.
Más le vale pues a Emery, al Sevilla, salir bien de inicio y bien parado con el planteamiento inicial del encuentro, y que sus jugadores anden entonados. De lo contrario, es para echarse a temblar.
En Mallorca, donde el Sevilla no perdía desde el siglo XX, el equipo nervionense no salió ni mal ni bien, pero llegó el 1-0 y todo se puso cuesta arriba. Y se perdió, no encontró el camino para meterle mano al partido. Propuso un juego realmente plano desde el primer momento. Confundió paciencia con lentitud, control con estatismo, posesión con dominio. Y a su confusión se le añadió cierta urgencia.
El equipo de Manzano se parapetó bien atrás, ya lo había hecho antes del gol. No tuvo rubor alguno en encerrarse y poner la pelota en el tejado del Sevilla, y de ahí casi nunca supo sacarla el conjunto de Emery.
Porque apenas hubo dinamismo por parte visitante. Con un Mallorca defendiéndose con orden, provocó el Sevilla poco desorden, pocas superioridades en banda, pocos movimientos de los jugadores de costado, pocas caídas a los costados. Poca sorpresa en definitiva por parte sevillista, y todo ello facilitó la labor bermellona. Por eso apenas pudo crear peligro el equipo hispalense, salvo en una falta botada por Rakitic que Negredo no enganchó.
Intentó Emery descolocar a su oponente, provocar ciertos 'desórdenes' a los que sacar provecho. Lo intentó antes con movimientos desde dentro en el equipo que con sustituciones, tal es su confianza en los suplentes. No surtió efecto. Lo que mejor le salió fue la salida de Babá. No, no se alarmen. Vino bien la salida al campo de Babá porque Negredo retrasó su posición y entró en contacto con la pelota. En cuanto a la incidencia del senegalés... No es cuestión de hacer sangre, ni recordar su procedencia 'pro Doyen', pero su abanico de remates en sus minutos son un magnífico ejemplo de lo que es este futbolista. No tiene nivel para el Sevilla, está por ver si para Primera. O llega un cambio milagroso, casi morfológico, o va camino de entrar en una lista poco honrosa de refuerzos sevillistas. Si no lo está ya.
El caso es que Negredo entró en juego, el Sevilla combinó mejor y además llegó un buen tanto del madrileño. Una gran asistencia de Rakitic la controló Negredo y la convirtió en gol y en empate de forma elegante.
Pero he aquí que con el partido más de cara, Fernando Navarro se echó una siesta mientras Alfaro se dedicaba a rematar el 2-1 tras un remate al palo de Giovani desde la frontal. Solo como la una el mexicano, que ante el que pudo ser su equipo dio un recital, dejando en evidencia los refuerzos que llegaron en enero de 2012 en su lugar, Reyes y Babá. Nulos, como nulos Kondogbia y Medel y como nulos los laterales en esta noche de Palma.
El tanto de Alfaro, el segundo, fue ya demasiado para el Sevilla. Lo dejó muy tocado, faltando más de 20 minutos por delante. Apenas creó peligro, salvo en jugadas a balón parado.
No supo, no pudo, sortear el equipo de Emery el planteamiento de Manzano. Para eso hacen falta más jugadores precisos, de calidad, y más jugadores con remate. A veces están en el campo. Y cuando el Sevilla los encuentra puede ganar los partidos. Si por lo que sea los que están en el césped no aportan lo esperado, este equipo se puede echar a temblar, o a dormir, porque soluciones pocas habrá ya.
Y poca las hay para mejorar sobre la marcha esta temporada. Todavía podrá pelear por Europa porque esta Liga está más asequible y queda recorrido y Pizjuán para sacar puntos, pero que rece a quien tenga que rezar el Sevilla para que su defensa mejore, para que Negredo, Rakitic, Navas y compañía estén lúcidos y tengan buenos días. Porque como vengan malos, se irán partidos y más partidos, como el de Mallorca.