Los dos perdedores del derbi
El derbi de este viernes de pre-Feria acabó en un empate tras un partido intenso, emocionante y polémico. Pero el gol de Nosa en el último momento no evitó que la cita arrojara a la historia de los derbis dos grandes perdedores de este encuentro.
El primero es Pepe Mel. El buen entrenador madrileño remató una noche no demasiada afortunada para él con un feo gesto, impropio de un profesional de su nivel. Aunque, si cabe, cabría matizar que en realidad tuvo dos feos gestos. Sacar la recurrente 'peineta' en un campo de fútbol, en un derbi de este calado, es un acto irresponsable. Menos trascendente de lo que pueda parecer, pero sí irresponsable. Pero aún así también es un gesto instintivo, inconsciente, del que quizás nadie podría renegar en una coyuntura determinada.
Pero lo que no es de recibo es que en la rueda de prensa, algo más frío ya, sin la inconsciencia del momento, el buen entrenador que es Pepe Mel ni siquiera pidiera disculpas. Poco importa, la verdad, el destinatario de su gesto. Poco importa si al dirigirlo a la grada sevillista apuntaba a uno, a diez, a cientos o a miles. Fue un gesto reprochable, en público y en el terreno de juego de un derbi. Un gesto merecedor de una excusa inmediata por meras reglas y conductas educativas. Defenderlo incluso, llevarlo hacia adelante, buscarle una explicación es quizás más censurable que hacerlo en un momento de euforia incontrolable. Que lo recapacite Mel, porque conductas así también construyen las trayectorias, que en su caso viene siendo ascendente, de los profesionales del fútbol. Sus disculpas al día siguiente, para contrarrestar las críticas de las que es objeto, nunca sobran, pero no esconden su error.
El otro gran derrotado de este derbi, quizás con consecuencias que horas después del encuentro no se adivinen aún, es Gary Medel. El centrocampista del Sevilla eligió sacar su peor registro, su peor defecto, en el partido que menos lo requería. Su expulsión, por más o menos que pusiera de su parte Cañas o Del Cerro Grande, es igualmente sancionable por el mero hecho de responder a la provocación. El chileno parece no entender que la mesura también es necesaria en la conducta sobre el campo, y parece no entender que sus excesos cuestan puntos y puntos importantes al Sevilla. Es cierto que da mucho sobre el césped, que imprime carácter, pero también lo es que sus actitudes han costado al equipo nervionense esta temporada puntos como los del Barcelona en la primera vuelta y, sobre todo, como los de este viernes ante el Betis. Un error así y en una cita así no debe quedar impune.
Quizás, en verano, cuando empiecen a llegar ofertas, haya que sopesar y poner en la balanza si el pit bull muerde más a los extraños o a su propio amo.
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