Queda mucho para que llegue el día en que el gran público reconozca en su justa medida el enorme mérito que tienen los jockeys. El aficionado neófito los ve tan menudos y luciendo esas llamativas chaquetillas que no alcanza a descubrir ni valorar la tremenda bravura que poseen.
Sólo así se puede llegar a controlar el galope explosivo de un animal tan descomunal como es el caballo de carreras. Las suyas son, por otro lado, unas vidas muy sacrificadas. No hay un solo jinete que no sepa lo que es pasar hambre. No es que no tengan qué comer, es que hay semanas que deben llevar una dieta demasiado severa con tal de poder dar el peso que se le requiere el día de la carrera. La báscula es su enemigo. Es un sufrimiento silencioso, el canon que deben pagar para poder subirse al lomo de un purasangre inglés y disfrutar de una de las sensaciones más extraordinarias que pueda haber.
Precisamente, Borja Fayos, el protagonista de la tercera jornada en el Gran Hipódromo de Andalucía Javier Piñar Hafner, hacía referencia a esta circunstancia en una entrevista que concedía a la revista A Galopar esta semana: “En Estados Unidos gustaba mi manera de montar, pero para que contaran conmigo tenía que dar 52 kilos y para mí bajar a ese peso supuso un problema de salud”. Tras un año y medio de aventura americana, Fayos ha vuelto al turf español y lo ha hecho con mucha hambre, pero de otro tipo. Ha regresado con muchas ganas de triunfar, como ha dejado claro en las dos carreras en las que ha participado: ha ganado con Deauville Azul y ha sido segundo con Dubrovnik en las dos llegadas más apretadas y emocionantes de la reunión. El hipódromo ha celebrado su vuelta. Ahora hay buenos jockeys, pero hacen falta más de primer nivel. Y él es, sin duda, uno de ellos. Lo normal sería que no le faltara trabajo.
Un hombre motivado puede llegar a ser imparable y, desde luego, en el poste de salida del Premio Loterías y Apuestas del Estado, la segunda parte del triple hándicap dividido, no había un jockey más ilusionado que Fayos. Puede que ese entusiasmo fuera el que decidiera la carrera: a poco más de un hectómetro para el poste de llegada, Fayos lanzó por el exterior de la pista a Deauville Azul, cuyo remate postrero le sirvió para superar a El Africano y a Black Dibel, que a ultimísima hora se coló entre ambos para sumarse a la lucha por la victoria. Nadie en la grada se atrevió a asegurar quién había ganado. Dicen que los jockeys sí lo saben, y Borja, de vuelta al paddock, decía que había ganado él. La foto finish tenía la última palabra. Efectivamente, Deauville Azul había ganado con una nariz de ventaja sobre Black Dibel, que sacó otro hocico a El Africano. Tres caballos en una cabeza de margen y un trío que no acertó nadie.
No corrió la misma suerte Fayos en el Premio Cría Nacional (2.100 metros), en el que montaba a Dubrovnik. Había dudas sobre las posibilidades del potro de la Yeguada Las Cuevas por encima de los dos kilómetros, pero el jinete madrileño supo guardarlo durante la mayor parte del trayecto para, una vez llegado el derecho, atacar por el interior pegado a los palos. Mediada la recta de tribunas estaba claro que la victoria sería para Dubrovnik o para Artesa, potranca con la que luchó hasta los últimos trancos y que, finalmente, se llevó el triunfo con la monta de Vaclav Janacek. Dagoberto sólo pudo seguir esa bonita pelea desde atrás y debió conformarse con completar el trío en tercera posición.
La jornada volvió a ser especialmente fructífera para el preparador Óscar Anaya, quien concluyó el reunión con un triunfo y dos segundos puestos. Cuando analizan el programa, los aficionados más fieles al hipódromo ya saben que con sus caballos siempre hay que contar porque los presenta a punto y porque sabe elegir muy bien las carreras en las que deben competir. Hoy ganó con Felipe El Hermoso, nombre que hace honor a la buena planta del caballo que con un buen rush final por el exterior dejó atrás al puntero Valiant Blue para irse vencer en el Premio La Caixa, la primera parte del hándicap. El conductor se quedó sin fuerzas al final y ni siquiera acabó dentro del trío, que completaron Alabama y Juan Daniel.
Realmente, el preparador argentino estuvo cerca del doblete, que no se consumó porque El Lolo, uno de esos caballos que siempre moja en Dos Hermanas, no pudo con Canela Fina en el Premio Diario de Sevilla, la tercera parte del hándicap. Ambos se desmarcaron del resto nada más desembocar en el derecho y libraron una larga y apretada lucha que terminó decantándose a favor de la potranca que adiestra Quini Salguero y que, con la monta de Óscar Ortiz de Urbina, logró, en su trigésima salida, su primera victoria. Usaquen cerró el trío.
La otra plata se la colgó en el Premio La Herradura, un kilómetro casi rectilíneo para potros de dos años en el que ganó con claridad Gym Shoes. Vallila, que hacía su debut en España, fue segunda, mientras que Chicharito acabó tercero.
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