Sólo hubo goles en contra

El Betis no está para muchos líos. Lo justo y vámonos que nos vamos. El año que viene Dios dirá, será el bueno. Así quedó demostrado en Mestalla en una noche donde pudo dar un golpe en la mesa y el golpe se le llevó de vuelta para Sevilla. Pensar en Europa es posible mientras las matemáticas no digan lo contrario, pero hay decisiones de Quique Setién que te llevan a todos sitios menos a Europa. A lo mejor es que no les conviene ir.

Porque el partido del Betis fue algo así como un mírame pero no me toques, que demasiado he hecho ya. Y menos mal para Setién que el Valencia hizo lo justo para ganar. Sin hacer sangre, para que la derrota pareciera engañosa. Para que el gol anulado a Bartra sirviera de polémica, aunque Loren dejara la pierna a Neto. Al final Setién llevaba la razón, pero a medias. No hubo tantos goles como en la ida y claro que hubo goles, pero sólo en contra.
La primera parte del Betis fue humo. Ni un tiro con peligro más que nada porque parecía imposible llegar al área de Neto. Demasiada poca velocidad para meter en un lío a un férreo equipo como el Valencia. Sin Boudebouz, menos calidad en el césped. Sin Tello, poca opción de sorprender a la contra. Que jugara Loren o mi primo arriba da igual. Ninguno hubiera tenido su oportunidad.
Y Marcelino, que entiende de esto, tenía claro que a este Betis de tres centrales se le sorprende a la contra. ¡Anda que no juega bien el Valencia a la contra! Una velocidad casi supersónica para pasar en tres toques de una portería a otra. Así llegó el gol de Rodrigo. Que aprendan los gurús del fútbol. Un balón robado en una esquina acabó en la red de Adán. Entre medias, un pase de Guedes que hizo bueno Amat, mirando a no se sabe dónde. El resto lo puso Rodrigo.

Dos zarpazos locales

El gol amargó al Betis, con Camarasa en la nada, con Joaquín solo contra todos. Junior y Barragán eran los únicos que ponían un poco de luz. Muy poca para sorprender al Valencia, que no es que estuviera haciendo el partido de su vida pero sí cumplía unos mínimos para ir ganando. Un zarpazo letal, como el que pegó Zaza nada más salir de vestuarios. Un error de Junior en la salida, la falta de presión de Javi García a Kondogbia, Mandi no se sabe dónde y el italiano, lógicamente, no perdonó.
El 2-0 dejó al Valencia tranquilo, pensando ya en su final ante el Sevilla. Setién decidió revolucionar el equipo e hizo un cambio: ¡Francis por Barragán! Fue un querer y no poder hasta el final, porque fue el Valencia quien se puso de gol más veces, con velocidad de verdad, no la del Betis. Con decisiones de entrenador de verdad, no las de Setién. La apuesta intensa por Amat, tener a jugadores claves en el banquillo y esos cambios. Sin exigencia pensar en Europa es una pérdida de tiempo.
 

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