El mago rompe el maleficio del derbi

El Betis vuelve a recuperar la hegemonía actual en los derbis. Tras doce años sin ganar en el Benito Villamarín al Sevilla, este domingo caluroso de septiembre acabó con ese maleficio. Y quién tuvo que ser, quién el que lo materializara, quién el que prolongara la alegría bética ante el eterno rival, sino Joaquín. El portuense, que entró para en apenas pocos toques, uno de cabeza, cambiar el signo de los derbis, fue el mago que desniveló un partido que se había desequilibrado antes por una expulsión polémica de Roque Mesa, que vio una segunda amarilla que en realidad ni casi fue infracción. Eso sí, bien pudo haberla visto antes porque la actitud del canario fue soberbia durante todo el encuentro.

Esa decisión de Gil Manzano realmente desniveló el partido, pues hasta entonces había sido realmente igualado. Además en la segunda parte el partido parecía estar más donde Machín quería que donde Setién quería. Pero ahí también puso el técnico cántabro de su parte para cambiar el encuentro, al menos más que el soriano. Mientras Setién buscaba alternativas en ataque, Machín se abrochó, y de mala manera, sacando a Gonalons por Mudo, dejando a Roque en el campo, y esperando tras la expulsión una eternidad para los cambios.

Si el partido se presumía igualado, la verdad es que el arranque no lo fue, ni mucho menos. El derbi tuvo mucho dominio alterno, muchas fases, que solían coincidir con la posesión de la pelota, y el primero, casi apabullante, fue el verdiblanco. Salió mucho más intenso que el Sevilla, Tello buscó las vueltas y la espalda de Arana con una facilidad pasmosa, William Carvalho no tenía nadie que le presionara y distribuía con facilidad. Y así llegaron acercamientos realmente peligrosos. El desajuste sevillista era llamativo, sobre todo en las marcas en la medular, y el Betis le metió intensidad y ritmo al encuentro desde el primer minuto uno.

Si esa fue una primera fase del encuentro, la segunda arrancó con una 'no ocasión' de Sarabia flagrante. El madrileño, tras un pase del Mudo, se durmió hasta abortar una oportunidad de las más claras del encuentro. Esa acción metió miedo en las filas béticas, y descubrió la carencia local. El Sevilla empezó a robar con más asiduidad, marcando al hombre, y enviaba rápido balones a Sarabia y el Mudo a la espalda del centro del campo, y ahí recibían con comodidad. Eso sí, a partir de ahí al Sevilla se le apagaban las luces y pocas veces lograban acabar siquiera la jugada.

Esa fue una segunda fase del partido, en la que el Betis perdió presencia arriba (Kjaer, Mercado empezaron a ganar duelos individuales a Loren e Inui que antes perdían) y el Sevilla ganó en algo de posesión.

Llegó el primer descanso para beber agua, el famoso 'cooling break', y en la fase final del encuentro los dos equipos se fueron alternando. Tuvo de nuevo un par de llegadas al Sevilla, casi sin remate, y el que remató, a la red, fue Canales, en una jugada que acabó en gol anulado por el asistente y luego por el VAR.

La segunda parte arrancó como la primera pero en versión low cost. El Betis quiso apretar y meterse en campo del Sevilla, pero ya sin tanta intensidad ni ritmo, pues el calor hacía mella y de qué forma. Ahí empezó a sentirse más cómodo con los minutos el Sevilla, pero tampoco mejoró sus prestaciones. Ninguno de los dos equipos anduvo preciso en las zonas decisivos, y eso ocasionaba pérdidas, recomposición... y equilibrio.

Equilibrio que rompieron entre Roque Mesa, Pau y Gil Manzano. El canario, que anduvo buscando la tarjeta todo el partido con soberbia, y ya tenía una, esperó a Pau. Eso sí, más allá de jugársela, no hizo nada. El resto lo hizo Gil Manzano, pues la acción, falta o no, poco merecedora de amarilla aparecía. No anduvo presto ahí Machín, que debió quitar antes a Roque con su peligrosa actitud.

Con 20 minutos por delante, el Sevilla se quedaba con un jugador menos en un partido en el que el calor y el cansancio empezaba a cobrar todo protagonismo.

El Betis, pues, cobraba ventaja, y la hizo valer. Estuvo Setién más decidido que Machín ante el nuevo panorama. Salió Joaquín, antes fue Sanabria, algo intrascendente como Loren. Pero el técnico sevillista esperó y esperó. Tanto esperó que el Betis empezó a plasmar en el campo esa superioridad numérica con dos para uno, con jugadores libres. Los centrales verdiblancos se fueron arriba sin disimulo, y de uno de ellos, Mandi, llegó una maravillosa asistencia para que Joaquín, el mago, rompiera el espejo del partido y maleficio que se cernía sobre el Betis como local en los derbis. El gol de cabeza del portuense rompía la sequía verdiblanca en esta Liga, pues marcó el primer tanto de la temporada, y una que duraba 12 años, pues no ganaba el Betis en el Benito Villamarín al eterno rival desde 2006.

Fue entonces cuando Machín recurrió a Prommes y Vidal, los dos cambios cantados antes del gol. Y cuando el Betis se encontró cómodo. Ahí es donde este Betis ha madurado, crecido, ahí es donde este Betis maneja los tiempos, las acciones. Y apenas concedió a un Sevilla que se fue a la desesperada a por el empate.

Certificó la victoria y logró el Betis un triunfo que fue polémico, donde no entró el VAR y cabe preguntarse si debería. Un triunfo, eso sí, que dio la sensación de buscar con más ahínco el Betis que el Sevilla. Y tuvo premio.