Nervión no traga merengues... se los zampa

Hay momentos una temporada en los que un equipo se agiganta, se crece. Momentos en los que un equipo se confirma, encuentra su identidad. Momentos en los que salta una chispa, en los que crece la llama, y a partir de ahí crecen los proyectos. No jugaremos a adivinos, porque nunca se sabe qué discurrir toman los proyectos futbolísticos, pero la noche vivida en el Sánchez Pizjuán, la victoria del Sevilla ante el Real Madrid, contundente, merecida, rotunda, tiene toda la pinta de pertenecer a uno de esos momentos. Tiene toda la pinta de ser uno de esos chispazos que prenden la llama.

El Sevilla ha ganado a un Real Madrid repleto de 'The Best'. Modric, el mejor del año, pero también Ramos, Varane, Cortouis... Pero los The Best habitan en Nervión, los mejores fueron los sevillistas, que se zamparon a los merengues, se los comieron en una primera parte espectacular, en la que Pablo Machín le mojó la oreja de pe a pa a Lopetegui. Lección táctica, lección futbolística. Y victoria más que merecida.

El Sevilla se ha convertido, y quizás este partido es el ejemplo, en el Sevilla de Machín, el Sevilla de la presión, del esfuerzo, de la ambición, el de los goles. El Sevilla mejorado, el de la identidad. El Sevilla que es capaz de vapulear a todo un Real Madrid, que en Nervión tiene su hoyo, su tumba. En los últimos 8 partidos en el Pizjuán, solo ha sido capaz de sacar una victoria y un empate.

El once fue una señal. Pablo Machín repitió el equipo de Valencia, en todo lo que pudo, con un solo cambio obligado, de Arana por Aleix, lesionado. Eso ya era un indudable mensaje, el Sevilla se preocupaba primero por sí mismo antes que por el rival, aunque fuera el Real Madrid. El equipo sevillista era netamente ofensivo, con dos delanteros, con Sarabia y Mudo como interiores, Banega único pivote...

Pero el matiz ofensivo del Sevilla, y ese fue el gran mérito, no restó el defensivo. Al contrario, lo equilibró. El conjunto nervionense tuvo sacrifico, tuvo solidaridad y tuvo esfuerzo. Se hartó de correr para presionar cada salida de pelota comprometida del Real Madrid, Ben Yedder y André Silva 'atacaron' a los centrales, y en definitiva todo el equipo se puso el cuchillo entre los dientes y el mono de trabajo sin balón para luego cambiarse al esmoquin con él. Y así, con ese sacrificio, el sistema hasta cobraba más sentido. Lo tenía con la pelota, pero también sin él, porque esos cuatro hombres permanentes en la presión en la salida madridista dificultaron muchísimo el juego madridista, hasta anularlo.

Ese trabajo tuvo un premio espectacular. Porque la ejecución del primer gol fue 'Made in Machín', perfecto. Sarabia robó en zona de tres cuartos, con la pelota entre Casemiro y Marcelo. Envió a Navas que profundizó y profundizó hasta encontrarse con el final del campo y dársela a André Silva.

Y si perfecto fue el primer gol, qué decir del segundo. El contragolpe fue de libro. El saque de esquina a favor del Real Madrid se convirtió en el 2-0 con una ejecución casi perfecta entre Ben Yedder y Navas, que se las vio con Courtois, pero estaba André con la caña para aprovechar tan perfecta jugada.

No solo eran los goles, eran las ocasiones sevillistas (Ben Yedder arriba, el Mudo alto), el juego con balón (¡espectacular Banega!) y la forma de tapar los recursos merengues. El Sevilla era netamente superior al Real Madrid, que solo se acogió a una acción asilada de Bale, al palo. Pero lo normal era lo que pasó, que el Sevilla siguiera llegando, y marcando. Lo hizo Ben Yedder, el más listo, en una salida en falso de la defensa madridista, más en la gala de The Best que en Nervión.

Evidentemente, el partido iba a cambiar algo tras el descanso. Porque el esfuerzo del Sevilla en la primera mitad obligaba a cambiar algo el registro, porque el Real Madrid también elevaría el nivel y porque el cansancio podía empezar a hacer mella, y con él llegarían los cambios. Eso sí, el Sevilla prolongó algo más su estado de ambición y arrancó la segunda mitad metido arriba, tocando y llegando de nuevo. Aunque Cortouis, por dos veces, evitó un cuarto tanto.

Pasado ese arreón, sí llegó la supuesta tromba madridista. De la mano de Modric, el Real Madrid lo intentó. También lo intentó Lopetegui moviendo el banquillo, con el que pudo ser casi sevillista Mariano entre los utilizados. Y tuvo sus momentos el Madrid, pero entonces apareció otro que aún no había reclamado su momento en la fiesta, Vaclik. Solventó con dos paradas espectaculares dos grandes ocasiones, sobre todo una segunda en un mano a mano Bale. La única vez que lo batieron, Modric, fue en fuera de juego, aunque hubiera que esperar a que el VAR lo confirmara.

Fueron momentos de relativa 'crisis', pero también la supo atravesar el Sevilla, y sufrirla. La superó y de nuevo se encontró mejor el equipo hispalense, a lo que ayudó en el tramo final la lesión de Marcelo, con tres cambios ya realizados por Lopetegui.

El partido acabó con oportunidades perdidas antes 10 para poder lograr una goleada histórica ante el Real Madrid. Pero realmente poco más se le podía pedir a un equipo que de nuevo, una vez más, hizo hincar la rodilla a los merengues en Nervión.

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