Bochorno y locura
El Sevilla ha rescatado un punto ante el Éibar en un partido bochornoso del equipo nervionense, horrible, malísimo... hasta el minuto 87. A partir de entonces, en esos 9 minutos restantes de partido, el equipo hispalense se desmelenó, se fue al ataque, con 10 jugadores, tiró de orgullo y empató el partido. Y casi que se lo lleva si el encuentro dura algún minuto más. Una locura, un maravilloso caos, que concede un punto a los de Machín casi sin merecerlo, pero que al menos permite sumar un punto y mantener la inviolabilidad de Nervión desde aquella derrota ante el Getafe.
Un ejemplo del Sevilla fue Sarabia. El madrileño firmó un partido pésimo, sin ritmo, sin precisión. Pero en el minuto 87 asistió a Ben Yedder y en el 92 marcó tras pase de Promes. Unos minutos de chispa remendaron en parte una noche casi catastrófica en juego e intensidad.
Tiene eso el Sevilla, que firmando malas actuaciones, en casa, eso sí, es capaz de tocar a rebato en momentos de crisis y llevarse por delante lo que encuentre. Lleva malos partidos el Sevilla, muy malos, en las últimas semanas, pero en casa lo malo es regular, y las derrotas son hasta empatas, aunque sea en inferioridad y a la desesperada. Nervión es mucho Nervión, y a él debería agarrarse el conjunto sevillista para intentar retomar el buen rumbo.
Inmovilismo de Machín
Ese empate, en todo caso, no tapa una realidad palpable. El Sevilla se ha caído. Ya es oficial, por si alguien tenía duda. El conjunto de Machín no es ni un reflejo de lo que fue, no deja ni rastro de aquellas tardes y noches rotundas de juego. Ahora no hay ni juego, no hay fútbol, ni casi resultados. El Sevilla se desinfla, pierde fuelle a cada partido de casa, se desangra en la clasificación, y no encuentra soluciones. No las encuentra el entrenador, uno de los grandes responsables del bajón del equipo. Y no por que él sea responsable del bajo rendimiento de varios de sus futbolistas, sino porque es el responsable de seguir dándoles minutos, de darles la titularidad por decreto, de no cambiar nada en el equipo para intentar que vuelva a funcionar.
Clama al cielo el inmovilismo de Machín. Dos cambios hizo en el once ante el Eibar de la presumible alineación, pero el equipo demanda muchos más cambios. Uno que clama al cielo es el de Escudero. Fue salir del campo y la banda izquierda volver a cobrar vida, a brotar la hierba, y hasta una asistencia, la de Promes en el 2-2.
El partido del Sevilla fue un llanto, un lamento de desesperación. Las decisiones de Machín en el once lastraron al equipo de principio a fin. Insiste e insiste el técnico soriano en apoyarse en jugadores que han bajado su nivel, que no están ni física ni mentalmente para 90 minutos. Los ejemplos más llamativos fueron, son Sarabia y Escudero. El lateral no está para ser titular indiscutible en este equipo y en este momento. Por bajones, por cansancio, por lesiones, el caso es que ninguno de ellos se parece ni de lejos a la mejor versión de cada caso, que en el caso del lateral, por cierto, está bastante lejana.
Debilidades
El equipo sevillista estuvo ahogado. Justo cuando más se necesitaba frescura, nadie la aportaba. Banega lo intentaba sin éxito, Roque peleaba sin socios y Sarabia... ni estaba ante la insistente presión del Eibar, que puso en el partido lo que el Sevilla no tenía, chispa, ritmo.
Luego, al bajo nivel de los citados, se sumó que la defensa de tres, en la que el entrenador introdujo a Wöber, anduvo timorata, blanda, débil. No jugó Sergi Gómez y cabe decir que el Sevilla se acordó de él ante un Kjaer blando, al que Orellana clavó en el césped en el 0-1, y un Wöber que ante el Éibar dejó patente que tiene mucho camino que recorrer y que ganar para ser titular. Aún así lo fue, y fomentó esa intranquilidad en la zaga.
Con ese panorama, una zaga insegura, un centro del campo en el que solo quería Banega, aunque totalmente desasistido, y un rival intenso y con una presión alta, el Sevilla no pudo desperezarse. Apenas tuvo un par de llegadas a la portería de Riesgo, sin demasiado peligro. Lo demás, balones largos sin demasiado sentido.
Tardó Machín además demasiado, una vez más, en alterar las piezas de su equipo. Y casi cuando lo hizo ya era tarde. Terminó quitando a Escudero (por Navas, con Promes a la izquierda), y a Mesa, por Vázquez. Pero ya recibió el Sevilla el 0-2 en una jugada en la que Sarabia y Wöber dejaron a sus marcas libres para que remataran dentro del área a placer.
Nunca se rinde... pero nunca, nunca
Para colmo, Banega fue expulsado y dejó a su equipo con 10 en los minutos finales, y entonces fue cuando llegó la locura. En el 87 Ben Yedder, que apenas recibió balones, tuvo uno en condiciones que la coló. Y poco después un pase de Promes desde la banda izquierda a pierna izquierda se convirtió en el gol de Sarabia.
El empate se consumó casi de forma milagrosa y casi llega la remontada completa en un balón largo a André Silva, pero se le escapó el control. No podía pedir mucho más el Sevilla, que hizo un horrible partido con un maravilloso final. En todo caso, anda en problemas el conjunto nervionense, anda en problemas Machín, que no encuentra soluciones y se está dejando puntos y oportunidades para amarrar la cuarta plaza. De entrada, esta jornada podría haber puesto tierra de por medio con sus rivales y suerte que puede celebrar un punto. Le urge a Machín encender su bombilla y encontrar ideas para solucionar el entuerto que tiene con su Sevilla.
De acuerdo con los comentarios anteriores, en equipo sin ideas y quemandoles la pelota en los pies, que primera parte más mala, no veo malos jugadores, veo un muy pesimo técnico, no vale muy poca calidad, sin talento alguno.
Totalmente de acuerdo con este artículo, circunscribo todo lo expuesto. Pienso que a este señor ni se le enciende y ni se le va encender la bombilla de las ideas. Además, la continuidad de jugadores que están mal como titulares y la tardanza en los cambios, rayan la incapacidad para revertir la situación del equipo cuando lo está pasando mal o se encuentra atascado.
El Sevilla no juega a nada. No tiene nada q ver ni con la frescura de los jugadores ni con jugar dentro o fuera. es lento, previsible, sin movilidad. Promes jugando de lateral izq es un ejemplo de lo ridículo que es todo; un jugador q se fichó cm delantero.