'Europe's living a celebration'

Pues así, sin quererlo, sin comerlo ni beberlo, ya está el Sevilla en los octavos de final de final de la Europa League. Ya está el Sevilla entre los 16 mejores de su competición. Ya está el campeón recostado en su sofá esperando rival en el sorteo de este viernes en Nyon, que podría ya ser español, por cierto. Y así, sin quererlo, sin comerlo ni beberlo, ha eliminado el Sevilla en esta ronda a uno de los equipos a priori más duros del bombo, la Lazio, un conjunto que pelea por Champions en Italia al que, finalmente, ha superado el conjunto de Machín con superioridad, sin encajar un gol, y ganando los dos partidos. La realidad es que el campeón da miedo en Europa. Para el Sevilla, todo lo que tenga que ver con el Viejo Continente es una celebración, es motivo de alegría. No pierde una eliminatoria en la vieja UEFA desde que eran chicos... los niños que hoy son adolescentes, desde 2011, que se dice pronto. Y se postula, nuevamente, como uno de los favoritos para alcanzar todo lo alcanzable en su torneo. Tendrá mucho que mejorar, deberá retomar mejor senda, pero el caso es que está ahí, y en Europa el Sevilla lo que hace casi siempre es celebrar.

Venció a la Lazio 2-0 porque fue mejor, porque en realidad lo ha sido en toda la eliminatoria, y porque el tramo de sufrimiento real en este choque de vuelta fue breve, por dos rojas rigurosas del colegiado que comprometieron primero al Sevilla y luego a la Lazio.

En el Sánchez Pizjuán, este equipo, sin estar en una versión premium, estando en un momento de rendimiento mediocre de hecho, mejora, eleva su nivel y hasta se asemeja, por reflejos, a su mejor versión de sí mismo. Solo por reflejos, porque anda sumido en problemas el conjunto de Machín, pero superando rondas y avanzando mejor panorama para solucionarlos.

Presión, esa presión

Recuperó el Sevilla, de entrada, un valor valioso, definitorio del equipo, la presión. Fuera de casa no tienen los jugadores una grada que les aliente y les apriete, no tienen los elementos reconocibles del Ramón Sánchez Pizjuán, y parece que eso pues ser hasta definitivo, pero en Nervión, esta vez, el equipo salió de inicio metiéndole ritmo al encuentro con y sin la pelota. Y eso, ante un rival de cadencia monótona, es un valor de superioridad. Por eso los primeros minutos fueron del Sevilla y por eso tuvo llegadas peligrosas. Porque además, se da la circunstancia de que la Lazio es mejor con balón que sin balón, pero que sufre en la zona defensiva en todos los aspectos. El conjunto de Machín no permitía que la pelota llegara clara a Badelj, Milinko-Savic y el resto de jugadores de mediocampo hacia adelante, y eso mermaba bastante las capacidades del rival. Por contra, cuando los romanos lo lograban, sí que aumentaban sus dosis de peligro.

En esa dinámica de presión, pelota y superación de líneas anduvo mejor el Sevilla en la primera media hora, por eso marcó, en un acelerón de Ben Yedder que él mismo remachó tras remate de Sarabia y rechace del meta. El francés está de dulce, está rápido, está con gol, está preciso... es un elemento diferenciador. El mayor que tiene y tuvo el Sevilla, teniendo en cuenta que Banega no estaba además en el campo. Porque mientras, Navas aún no ha retomado la chispa de antes de la lesión y Sarabia y el Mudo no están todo lo finos que deberían, aunque estuvieron activos eso sí.

Ese gol del Sevilla hizo olvidar un fallo clamoroso de Mercado que casi cuesta caro pero a la larga acabó por invertir las tornas del partido. El equipo de Machín empezó a retrasar sus líneas en parte porque la Lazio también asumió algún riesgo más adelantando líneas. Ahí los italianos empezaron a dominar la pelota y se hicieron más grandes, pero sin inquietar demasiado a Vaclik, porque además el equipo sevillista estuvo muy comprometido defensivamente en todas sus líneas.

De roja a roja, sufrimiento

Ese compromiso fue una de las claves del encuentro para el Sevilla, porque además necesitó de él en una segunda parte muy variada, casi una montaña rusa. La Lazio salió apretando del vestuario, y el equipo hispalense siguió en su plan de defenderse junto y esperar alguna salida. No le iba mal... hasta que la cosa se puso fea con la expulsión del Mudo. Con una amarilla, el argentino desafió a la suerte y al colegiado con una falta continuada desde el centro del campo. Rigurosa segunda amarilla, pero ante el colegiado inglés, rápido de rojas, no debió jugársela. Lo hizo y comprometió, y mucho, a su equipo.

Fueron 10 minutos de mucho sufrimiento. El Sevilla se había quedado con uno menos y los romanos con un gol comprometían y mucho la eliminatoria. Tuvo un par de ocasiones bastante claras la Lazio, pero ni acertaron ni la defensa sevillista se amedrentó. Amadou salió al campo para reforzar la parcela defensiva por André Silva, y así subsistió el equipo en un tramo en el que sacaron personalidad Promes, Ben Yedder... y Roque Mesa. Estuvo bien el canario y fue el protagonista de una segunda expulsión, por objeto de falta, que devolvió la sonrisa al Sevilla. Exagerada a todas luces, la roja a Marusica por codazo al sevillista volvió a equilibrar el partido y a poner en ánimo por delante a los nervionenses, que de hecho a los pocos minutos sentenciaron la eliminatoria con un segundo gol, de Sarabia, cómo no. Buena asistencia de Navas y el madrileño hace lo que sabe, ser determinante.