Montella, de desastre en Sevilla a desastre en Florencia
La afición del Sevilla FC no tiene precisamente un buen recuerdo del paso del entrenador italiano Vincenzo Montella por el banquillo del primer equipo. El italiano sustituyó a Eduardo Berizzo a mitad de la pasada temporada y apenas cuatro meses después fue destituido cuando quedaban cuatro jornadas para el final.
Antes de que se acabara su etapa en Nervión, Montella acumulaba nueve partidos seguidos de todas las competiciones sin conseguir la victoria, entre ellos la pésima final de la Copa del Rey en la que fue goleado por el FC Barcelona. De hecho, su última victoria en el Sevilla fue ante el Manchester United en la Liga de Campeones, en la recordada visita a Old Trafford, en un partido jugado el 13 de marzo de 2018.
Pues bien, desde entonces no gana. A mediados de abril se hizo cargo de la Fiorentina en una segunda etapa como entrenador del conjunto viola, sustituyendo a Stefano Pioli.
Montella lleva cinco partidos dirigiendo al equipo toscano y, de momento, no conoce la victoria. De los cuatro partidos que ha jugado en la Serie A ha empatado uno en su debut –ante el Bolonia- y perdido tres –Juventus, Sassuolo y este domingo ante el Empoli-. Además, en la Copa de Italia perdió el partido de vuelta ante el Atalanta en Bérgamo y se vio apeado de la final.
En total Montella acumula ya 14 partidos sin conocer la victoria como entrenador y casi 14 meses sin conseguirla. El napolitano cogió a la Fiorentina cuando era décima en la clasificación y ahora ocupa el puesto 13, sin opción alguna de alcanzar puestos europeos y ni siquiera está matemáticamente salvado, algo que habría conseguido este domingo si hubiera puntuado ante el Empoli, el equipo que marca la frontera de los puestos de descenso.
Al menos este siempre se comporto como lo que es, un señor y no el panarra que lo echo para ocupar su sitio, dejar al equipo sin champions y solucionar su retiro
Este era el maravilloso entrenador por el cual Castro y su flamante DD de aquel entonces cogieron las maletas y se fueron de tour para que le vendieran la moto por un Mercedes. En fin, ridículo tras ridículo.