Tranquilidad para reinventarse

El Sevilla FC ha hecho los deberes en la última jornada de LaLiga, acabando sexto y volviendo a la fase de grupos de la Europa League de manera directa. Venció en el último encuentro al Athletic Club gracias a un gol de Ben Yedder y otro de Munir, un rival que no demostró que se jugaba en Nervión todas sus opciones europeas y que acabó cediendo el séptimo puesto al Espanyol. Además de eso, se asegura una pretemporada normal, algo que hace tiempo que no tiene y que será clave para ensamblar a un equipo al que se le presuponen muchas novedades.

Eso sí, nunca creyó en la Champions. De hecho hace mucho que dejó de creer en el cuarto puesto. Las opciones eran remotas y durante la semana casi ni se contemplaron en Nervión. Durante el partido tampoco. Además, pronto marcó el Getafe y después lo hizo el Valencia, que se lleva finalmente la cuarta plaza. Casi nadie creía en el milagro antes y nadie lo hizo en ningún momento durante el partido. De hecho, en ningún momento de la jornada sabatina el equipo nervionense siquiera llegó a ser momentáneamente quinto.

No tenía mucho de dónde tirar Caparrós y formó el centro del campo con Rog y Amadou, dos hombres que aseguran la brega pero a los que sus compañeros trataban de saltarse cuando tenían la pelota en su poder. Para colmo, a última hora se le cayó Sarabia por problemas intestinales y su lugar fue ocupado por un Aleix Vidal evidentemente fuera de forma.

La primera mitad fue un horror. Alta no competición. Ninguno de los dos equipos salió tensionado, y eso es algo que a estas alturas se espera del Sevilla pero no tanto del Athletic. Mientras un equipo lleva semanas hundido, el otro ha dado un importante arreón, tanto que en enero vino en la Copa mirando hacia los puestos de descenso y ya en mayo venía jugándose Europa. Además, Garitano salió con casi todo lo bueno que tiene, únicamente dejando a Ibai Gómez en el banquillo.

Hasta el minuto 31 no hubo ninguna jugada reseñable, un remate de Escudero que se fue fuera por poco. Si acaso varias patadas a destiempo, protagonizadas la mayoría por Raúl García, uno de los pocos que daba intensidad, mal entendida, al duelo.

La soporífera primera parte, que olía a biscotto por los cuatro costados, acabó con el inesperado gol del Sevilla. Jesús Navas centró y Ben Yedder, a la segunda, hizo su trigésimo gol de la temporada. Los dos mejores jugadores que había sobre el césped y dos de los pocos que de verdad se merecen que su continuidad en Nervión sea indiscutible.

El gol le metió el nervio competitivo necesario al encuentro. Sin embargo, aunque el que más lo necesitaba era el Athletic, el que se metió más en el partido fue el Sevilla, que ahora sí comenzó a tener verticalidad. Gnagnon, por cierto, sustituyó a Marko Rog en el centro del campo, posición desconocida en la que no lo hacía nada mal.

Las cosas para el Athletic se complicaban muchísimo, pues el RCD Espanyol marcaba en Cornellá y le dejaba fuera de Europa, pero poco después Sánchez Martínez pitaba penalti por mano de Mercado. El argentino montaba en cólera argumentando que tenía el brazo pegado al cuerpo y el VAR le daba la razón, aunque la amarilla por protestar y su correspondiente sanción se las quedaba de regalo.

Por primera vez el VAR echó una mano al Sevilla con las manos en el área. Sánchez Martínez se desdijo y anuló el penalti que había pitado por mano de Mercado.

Incomprensiblemente era el Sevilla el que buscaba más la portería rival, y eso que al Athletic le bastaba un gol para asegurarse Europa, un gol que nunca llegaría. Hubo tiempo para que Bryan dejara nuevos minutos para la esperanza o para que Nolito reapareciera cuatro meses después de lesionarse precisamente en los campos de entrenamiento del Athletic.

Todo lo mejor de la segunda parte llegó en el descuento. En un córner mal defendido Íñigo Martínez reventó el larguero y en el contragolpe posterior Munir acabó sentenciando el partido.

Se acaba una temporada complicada, sobre todo porque durante muchos momentos se aspiró a todo y al final hubo que conformarse con un sexto puesto que no sabe a mucho, pero que dará cierta tranquilidad para un verano en el que toca reinventarse. Desde ya Gdańsk debe ser un objetivo.