Cuarentena sin fútbol, Día 61: Los niños, el móvil y la tele
Pues ya llegamos al día 61 de esta cuarentena por el maldito coronavirus y otra vez hay cierto cansancio. Llevo varios días sin salir a correr y la jornada se hace larga. También por ejercer como profesor de mis dos hijos mayores, que no me importa porque me gusta, pero hay momentos en los que uno se desespera por la cantidad y porque no puede hacer otras cosas.
Pero no pasa nada. El colegio volverá algún día, digo yo, aunque ya este curso sea casi más de repaso de lo que han estudiado hasta ahora y aprueben todos, salvo aquellos que no den la nota, nunca mejor dicho. Mientras tanto, a aguantar el tirón, las risas y los cabreos. Las peleas y los llantos. Tres niños es familia numerosa y muy feliz, pero tiene su tarea. Y no me refiero sólo a las cuentas en matemáticas o a las palabras esdrújulas de lengua.
Con mi mujer fuera y dando todo en su profesión, tengo que lidiar con varios problemas de los niños. Me dicen que dar el móvil es una perdición, pero hay veces que uno no puede más. Luego los niños piensan que el móvil es de por vida y cuando se les quita, llegan los lagrimones. A mí me ayuda pero también me revienta. En el punto medio debe estar la virtud. A ver si al final de la cuarentena me entero.
La tele es otra historia larga de contar. No sé cuántos capítulos repetidos de una serie han visto ya. Puedo decir que llevo dos meses sin ver lo que me gusta, entre unas cosas y otras. Pero es que los niños se saben de memoria lo que dicen y a ver quién es el guapo que coge el mando. Cuando vuelva el fútbol, ya veremos, aunque mi hijo es un loco del deporte rey. Se traga cualquier partido de cualquier cadena. A pesar de todo, estoy feliz, porque estamos bien y en casa.