El corazón de Gol Norte y su luto por Biri Biri: "Eterno en el sevillismo"
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Este domingo se ha conocido la triste noticia del fallecimiento de Alhaji Momodo Njle, más conocido como Biri Biri, exfutbolista y leyenda del Sevilla FC.
Su paso por el club en la década de los 70 dejó un huella imborrable en la entidad y la afición. Gracias a su fichaje, su despliegue en el campo y su personalidad se fundó la Peña Biri Biri que siempre ha tenido su corazón en el Gol Norte del Ramón Sánchez-Pizjuán. Es por ello que en la tribuna principal del Gol de Norte de Nervión luce un crespón negro en memoria del que fuera futbolista del Sevilla FC. Junto a él, el club ha colocado un ramo de flores con el mensaje: "Eterno en el sevillismo".
El que fuera atacante se convirtió en el primer gambiano que jugó profesionalmente en el extranjero. Llegó a Nervión en el año 1973, pasando también a la historia del club como su primer jugador de raza negra. Una figura de culto en el Sánchez-Pizjuán, que dio nombre a los Biris Norte, pulmón y grupo de animación sevillista.
Biri Biri llegó a Nervión en 1973
Sería en 1973 cuando Biri Biri hizo las maletas para trasladarse, procedente de tierras danesas, al Sur de España. Lo hizo a un equipo que luchaba entonces por salir del pozo de la Segunda División. No pudo ser aquella temporada, pero desde bien temprano, el gambiano cautivó a la afición sevillista con su potencia, velocidad y derroche físico. Era un futbolista diferente, lo que le también le llevó a convertirse en la diana de todos sus rivales.
Cinco años permaneció en la disciplina sevillista. Los dos primeros en Segunda, siendo clave para el ascenso a Primera en la 74/75, con 14 goles. En total, defendió en 109 partidos el escudo blanquirrojo y anotó 34 goles. Cinco años fueron suficientes para dejar una huella imborrable en una afición para la que es ídolo y leyenda. Tal es así que, en septiembre de 2017, el nombrado como mejor futbolista de Gambia recibió la insignia de oro del Sevilla FC ante los suyos, ovacionado por un Ramón Sánchez-Pizjuán al que, lo viese o no jugar en directo, le tiene robado el corazón.