Un Sevilla contra natura

Una de las bases que hicieron resucitar, que no crear desde cero, la grandeza del Sevilla FC fue el hambre insaciable de triunfo. La mejor forma de acercarse a una victoria es la victoria anterior. Así precisamente se construyó la reciente racha histórica del club nervionense. Una de las cosas que más le gustan al Sevilla FC es ganarle al Real Madrid, la máxima expresión de ante lo que se rebela en y desde el sur de España, en la más absoluta soledad. Uno de los ingredientes básicos de la receta en la que el club hispalense basa su histórico de triunfos ante el madrileño en casa es el descaro, rayando la chulería. Es por todo esto, aparentemente desconectado, que la semana que ha firmado el conjunto de Nervión, con el foco claramente apuntando a Julen Lopetegui, se debe calificar como nefasta. Ni demostró hambre insaciable de triunfos, ni le ganó al Real Madrid ni intentó hacerlo de manera fiel a su idiosincrasia.

Y hay agravantes: el encontronazo contra el Madrid fue calcado al de hace un año. Crisis madridista, dudas sobre Zinedine Zidane y sencillísimo 0-1 antes de retomar el AVE. La historia ha demostrado mil veces cómo se le cae encima el Sánchez-Pizjuán al Real Madrid, con descaro, ambición y haciéndole rogar por su vida. El último que lo sufrió fue precisamente Lopetegui, que ni aprendió de aquello ni del episodio del año pasado. Agravante, pues, cualificada. Porque, además, este Real Madrid tenía carita de dimitir en cuanto se encontrara una tarde desagradable que le hiciera pensar mejor en el Borussia. Es más, a pesar de su extrema comodidad de la primera parte, empezó la segunda dispuesto a firmar tablas y salir airoso de Nervión. El autogol de Bono fue un justo castigo para quien menospreció la historia, ahí donde está escrito el futuro.

En el deporte, el estado de ánimo es crucial. Es por ello que el peso de una derrota, aunque esta parezca inofensiva, puede ser insoportable. El directo a la mandíbula que sufrió el Sevilla FC en la Champions ante el Chelsea le dejó tan mal cuerpo que no me cabe la menor duda de que fue la puntilla para esa receta ya de por sí equivocada contra al Real Madrid. Y no son las rotaciones, sino la preparación de un partido. Jamás se puede trasladar, directa o indirectamente, el mensaje de que un partido no importa tanto como el de tres días después. Nunca. Saques a los titulares o a los suplentes. Y menos cuando el profeta del sevillismo, Monchi, tuvo la habilidad de recordarlo unos días antes de manera pública. Vaya manera de dejarlo en evidencia.

Igual que se dice lo bueno, que viene a ser el 90 por ciento de lo que se puede decir de este Sevilla de Lopetegui, se debe decir lo malo. El técnico ha gestionado de manera horrible la semana. Ni la preparación del choque ante el Chelsea, con terribles consecuencias anímicas, clasificatorias y de decoro histórico (ha sido la peor derrota de la historia europea en el templo sevillista) ni el del Real Madrid, por lo ya expuesto y por los desorientados cambios con 0-1... Nada. Acostumbrarse a ganar para así tener más opciones de hacerlo. Ganar, ganar y ganar. Por eso la mejor forma de intentar ganar en Getafe es vencer en Rennes. Ni lo duden.