Guinda de acero para un año de oro

El Sevilla ha cerrado el año 2020 con una victoria trascendente, con un triunfo de peso, con tres puntos que lo meten de lleno ya en las plazas de la Liga de Campeones... y con dos partidos menos que sus rivales principales para esa pelea. El equipo de Lopetegui empieza a tomar una velocidad de crucero interesante, de esas que te llevan a los logros, que te llevan arriba en la clasificación, donde de hecho ya está instalado. Además el Sevilla ha tirado de argumentos poderosos para alcanzar la victoria, argumentos reconocidos. Sobre todo en defensa. El Sevilla fue el Sevilla sólido de las mejores ocasiones. Con la retaguardia segura, con los espacios concedidos reducidos, con el sacrificio por bandera, con la pelea como guía. Apenas le dejó al Villarreal generar ocasiones claras, apenas un par de minutos de crisis, solventados por Bono de manera clave. En esa faceta, en ese aspecto defensivos, recordó el Sevilla al mejor Sevilla, al del final de la temporada pasada. En ese sentido el conjunto hispalense recordó, como homenaje, a una de sus mejores versiones defensivas del año, de un año dorado que acaba con una proyección magnífica para el 2021, con tres puntos que lo iguala ya a equipos con más partidos disputados.

No tuvo demasiado la pelota el Sevilla, entre otras cosas porque el Villarreal tiene jugadores que aseguran el pase, que la tocan bien, que tienen alto porcentaje de acierto en sus desplazamientos. Pero aunque no robara de manera asidua, sí es verdad que el conjunto de Lopetegui no dejaba líneas de penetración fáciles al rival. Casi siempre las jugadas las tenía que acabar el equipo de Emery por fuera, de ahí el protagonismo que cogieron Peña y sobre todo Pedraza en ataque. Pero luego sus pases eran defendidos con orden y acumulación por la zaga sevillista, con lo cual se abortaban cantidad de jugadas. Por dentro el Villarreal solo podía hacer daño con el chispazo de un enorme Gerard Moreno, que fue de más a menos en el partido.

A todo ello, a todo ese plan de Lopetegui, ayudó, claro está, el gol tempranero de Ocampos de penalti por unas manos claras de Foyth, que defendió un tiro de acuña con los brazos a la altura de un baile por sevillanas. Ese tanto del argentino encarriló el plan de partido del Sevilla, que no haría despliegue ofensivo, ni de juego, pero sí defensivo, de solidaridad, de sacrificio. Por eso en el partido destacaron sobremanera los derroches físicos de En-Nesyri y Ocampos, decisivos además con los goles. Pero también incluso la labor defensiva de Rakitic, Jordán, Fernando, aunque se echara de menos más posesión de pelota en la medular.

El partido estaba realmente tras el primer gol y la primera parte para que el Sevilla ejecutara de manera brillante alguna contra. Durante la primera mitad fue desesperante. Ni un pase con sentido, todos balones aéreos, a zonas donde no habitaba En-Nesyri. Pero ese debe ya casi crónico del Sevilla, el de las contras, se hizo haber en la segunda mitad con un magnífico robo de fe de Ocampos y una galopada y definición de nota de En-Nesyri, que puso el 2-0 en el marcador y afianzó el trabajo férreo del Sevilla.

Sí que es verdad que el Villarreal pudo meterse en el partido en algún momento, sobre todo en dos acciones, una de Pedraza, otra de Samu, que solventó Bono. Hasta en eso hizo el meta un homenaje a su año, salvando de manera providencial a su equipo cuando más apretaba el Villarreal. Esa fase de juego pasó, Lopetegui quiso mantener el nivel de sacrificio y defensivo en todo lo alto y por ahí fueron su cambios, para agotar el partido y a un rival directo por la pelea por la Liga de Campeones.

En el último partido del año, el Sevilla dio un golpe en la mesa en su lucha, la de los cuatro primeros puestos. Ya supera y sopla el cogote de sus rivales, y con dos partidos menos. Ahora toca el derbi, pero eso será en 2021, al 2020, grabado en oro en la historia del Sevilla, le puso el broche el equipo nervionense con una guinda... de acero.