Visita al dentista: el Sevilla tiene pocas caries

Hay quien le tiene auténtico pánico a ir al dentista, pero hay que ir. Pues 19 equipos de LaLiga Santander tienen pesadillas con el día en que deben ir al Metropolitano. Pero también hay que ir. Y allí que fue el Sevilla FC de Julen Lopetegui, en pleno crecimiento. No obstante, fue insuficiente para siquiera puntuar. El Atlético de Madrid huele a campeón bajo la receta que lo ha hecho supergrande esta última década. Simeone ha cosido tan bien los agujeros aparecidos en las últimas temporadas que aquel que quiera vencerle tendrá que estar perfecto. Ni más ni menos.

No jugó mal el Sevilla FC, pero no estuvo perfecto. El guion fue el previsto, y más después del tempranero 1-0. Amurallamiento atlético frente a combinaciones interminables del equipo de Lopetegui. Apenas le creó ocasiones importantes con el marcador apretado, como tantos y tantos rivales. Y combinó con talento, cambios tácticos e ideas diferentes. Poco que reprocharle. Le faltó imaginación, sorprender, durante la primera parte. Sólo Suso lo hacía, mientras el resto aseguraba pases para tranquilidad del Atlético de Madrid. Es uno de los defectos de serie de este Sevilla. La encontró con cambios tácticos de entrenador en el segundo tiempo.

Sus virtudes aparecen desde el juego asociativo extremo. Lo activó Lopetegui tras el descanso adelantando a Koundé por la derecha. Intentó sorprender con Suso entre líneas. Y quiso más vivacidad con Óscar en lugar de Jordán. Logró mucho más que en la primera parte, pero la realidad apareció tan contundente como Filomena: por mucho que Simeone intente engañar a sus fieles y a los pelotas de turno, el Atlético está más cerca de Madrid y Barcelona que del Sevilla. Para lo bueno (recursos económicos y respeto institucional) y para lo malo (una presión extrema, acorde con sus posibilidades).

Lopetegui actuó con decisión y acierto. Leyó bien lo que pedía el encuentro. Pero lo hizo ya con 1-0. Le dijo el dentista al Sevilla FC que tiene pocas caries: la dificultad para sorprender a los rivales y la pegada. Nada nuevo, vamos. Y eso, traducido al fútbol, viene a significar que esta derrota no debe zarandear al conjunto andaluz. No debe apartarlo del camino que ya parece haber encauzado y que lo conducirá de nuevo al éxito.

Eso sí, un éxito que será siempre menor que el que le espera al Atlético de Madrid de Simeone, el dentista que tiene robotizado a su equipo por décima temporada consecutiva (¡qué barbaridad!), controlado el otro fútbol (desde los recogepelotas hasta cómo hacer una falta y simular que te la han hecho a ti) y ridiculizados a los idealistas achampanados que se siguen atreviendo a decir en voz alta que su equipo no juega bien al fútbol mientras alguien les pela las gambas para que no se manchen las manos.