Juanmi le devuelve a Pellegrini su plan
A Hannibal Smith le encantaba que los planes del Equipo A salieran bien. Cualquier bético puede imaginarse el metafórico puro que se estará fumando a estas horas Manuel Pellegrini viendo cómo ha salido el suyo, el de su Real Betis, en el Martínez Valero ante el Elche CF en la 14ª jornada de LaLiga Santander. Estará degustándolo mientras canta serenamente "Oh, Juan Miguel; oh, Juan Miguel...", como todos los béticos hacen desde hace semanas en el Benito Villamarín. Porque Juanmi se ha encargado de devolverle a Pellegrini su plan después de una semana negra y un parón liguero que habían aireado la sábana de los fantasmas.
Juanmi los ha espantado de un soplido. Y es que no sólo se reafirma como máximo goleador del equipo, junto a Willian José, sino que es, a día de hoy, la máxima expresión del Plan de Pellegrini. Después de superar un inefable calvario de lesiones, ha pasado de meme a killer en un primer cuarto de temporada excelso. Las críticas a su fichaje se convirtieron en puñales contra la gestión deportiva del Real Betis de las últimas temporadas, pero ese Betis ha construido un muro de protección que se llama Manuel Pellegrini. Y dentro de su perímetro, (casi) todo lo que pasa ya es bueno.
El técnico chileno ha revertido el alma del cuadro verdiblanco y, en el camino, está haciendo mucho mejores a sus jugadores. En ese plano, resulta especialmente evocador el caso de Juanmi. Bajo el escudo protector de Pellegrini, el malagueño ha vuelto a ser la figura incipiente que maravillara en el equipo de su ciudad y deslumbrara en la Real Sociedad. En el Martínez Valero ofreció un clínic de desmarques bien tirados, olfato de gol, picardía (en el penalti), desborde y capacidad de asociación que hicieron emulsionar el planteamiento del Ingeniero.
Rezando el credo de Pellegrini
Su gol y la asistencia dieron aplomo al Real Betis para olvidarse de las tres derrotas seguidas y volver a ser el que era antes de que llegaran. Explosionaron la pólvora que tiene este equipo, mojada y mustia ante los enemigos de hace dos semanas. Fueron la llamarada que avivó la competitividad y solvencia de un bloque que volvió a saltar al césped rezando de memoria el credo de Pellegrini.
Ese credo reza por un equipo todopoderoso y entre sus oraciones se incluye el padrenuestro de las rotaciones. Después de tres derrotas y muchas críticas, ¿era el día de salir ante un rival que se jugaba la vida con Alex Moreno, Paul, Róber y sin Guido? Pues por lo visto sí, por eso el Ingeniero es un Doctor del fútbol y quienes le criticamos alguna vez nos arriesgamos a no saber qué coño estamos diciendo.
Esta misma semana, ElDesmarque le preguntaba si se podía permitir tantísimas rotaciones con el plantel del que dispone. No se le movió una pestaña y, más tranquilo que Chipiona en enero, contestó que, por supuesto, ésa era la intención. Ante el Elche CF lo corroboró con creces, como confirmó también que los errores son parte del fútbol, los de sus jugadores y los suyos, y hay que seguir en la misma línea, confiando en el trabajo y perseverando en el aprendizaje.
Tan buena primera parte que (casi) sobró la segunda
Su Real Betis llevó todo esto tan bien a la práctica en la primera mitad que casi sobró la segunda. Los primeros cuarenta y cinco minutos de puro y endiablado Betis pellegrinesco desarbolaron al Elche CF y le escribieron a Escribá el epitafio. Cuando los béticos se encontraban ya repantingados en el sofá disfrutando de la mejor versión de los suyos, en el minuto 67 llegó la expulsión de Bellerín. No fue el error nuestro de cada día porque evitó un gol cantado, pero aun con el 0-3 sí que puso un respingo en el corazón de los aficionados.
Pese a la expulsión, el Real Betis no se descompuso lo más mínimo, a lo que ayudó la entrada de Guardado, Aitor y William Carvalho para dar piernas y aliento al grupo. Ahí volvió a estar fino el Ingeniero. Para colmo, Rui Silva no desmereció a Claudio Bravo y desactivó con firmeza un mano a mano con Boyé y un cabezazo cercano de Carrillo. El Elche apenas sí pudo relamerse sus heridas en el pozo infausto de los puestos de descenso. El Betis se reencontró. Pellegrini se fumó su puro, encantado con su plan. Y los muchos aficionados béticos desplazados a Elche inundaron de cánticos el Martínez Valero, cambiándole el color de blanco y verde a verde y blanco.