El Rey en su castillo

El Sevilla ha dejado bien encarrilada su eliminatoria de Europa League de acceso a los octavos de final. Se juntaban en su regreso a su competición varios efectos 'locales', y los hizo valer el equipo nervionense en una primera parte en la que metió el acelerón cuando debió y luego controló el resto del encuentro. El Sevilla hacía de local en la ida, pero además hacía de local en su competición, donde es hexacampeón y auténtico dominador del fútbol europeo, y hasta hacía de local en el estadio donde se disputará la final de esta edición del torneo. El caso es que el Sevilla, en el Sánchez Pizjuán, en la Europa League es sinónimo de algo bueno, de algo positivo, de algo dulce. Y el equipo de Lopetegui logró una buena renta para la vuelta del próximo jueves ante el Dínamo de Zagreb.

No tuvo que hacer un gran partido el Sevilla, pero sí hizo un partido necesario. Contundente cuando debía, en la primera mitad, y pausado e inteligente en la segunda, pausando el partido con un buen resultado y descansando con la pelota durante muchos minutos.

Lo que da Martial... y lo que da Bono

El Sevilla le empezó metiendo ritmo al partido, intentando dejar patente su superioridad ante el Dínamo de Zagreb, y sin ser una apisonadora sí que pronto encontró situaciones de peligro real, aunque también el equipo croata, que se habría adelantado si no llega a ser por un paradón de Bono. Pero el que marcó primero, en un robo y en una jugada rápida entre Rakitic, Martial y luego el Papu, fue el centrocampista croata, tras el penalti al argentino.

Fue una fórmula que utilizó el conjunto de Julen de forma asidua durante esos primeros minutos. Salió al contragolpe rápido y con velocidad, una virtud casi inexistente, o poco brillante en su ejecución, del Sevilla de Lopetegui, quizás uno de sus mayores hándicaps. Pues bien, Martial, más allá del mucho o poco acierto, sí que proporciona eso al Sevilla de momento. Se activa rápido a la contra y va perfectamente al espacio, no tanto al pie. Correr al espacio es algo que al conjunto nervionense le ha costado últimamente, casi siempre, por la característica de sus jugadores, ha preferido al pie. Con Martial, y también evidentemente con Munir y Ocampos, esa virtud aparece.

El partido, con todo, tuvo un periodo central de interrupciones entre faltas, amagos de lesiones (Martial, Ocampos por parte sevillista) y pérdidas de balón. En realidad, la primera mitad se afeó prácticamente durante 20 minutos. Habría que decir que, casi por fortuna, apareció Orsic en una acción mal medida por Diego Carlos, para rescatar al encuentro del tedio... y al Sevilla. El gol de Orsic desperezó de nuevo al conjunto de Julen, que del 41, minuto en que recibió el 1-1, al descanso dio el acelerón clave al partido. Ocampos primero, incluso mermado, enganchó una volea en el área tras un córner que se convirtió en el 2-1. Y una contra, sí, una contra, de manual en el Sevilla, robo de Munir, conducción de Ocampos, transición de Acuña, pausa de Papu y definición de Martial, supuso casi de inmediato el 3-1 con el que el Sevilla se marchó a vestuarios.

Cambios y calma

El inicio de la segunda mitad tuvo el mismo protagonista, Bono, que en una espectacular doble intervención salvó al Sevilla de nuevo de meterse en un lío casi después del descanso. El Dínamo tuvo unos minutos de presión alta y de llegadas al área que por fortuna y por el portero marroquí se saldaron sin alteración del marcador. A partir de esos sustos, Lopetegui movió el banquillo y ya ató el encuentro. Fernando, Martial y Munir, más un lesionado Rekik, dieron paso a Gudelj, Delaney, En-NEsyri y Óliver. Fue el extremeño el más trascendente, porque hizo que su equipo recuperara la posesión y el control del encuentro. Tuvo ocasiones para hacer incluso el cuarto, y dio la sensación de que apretando habría caído, pero el Sevilla optó por controlar y así llevó el partido al final, con un 3-1 que debería valer a un Sevilla decente en Zagreb.