Eso que ves es Sevilla, Julen

El Sevilla se ha vestido de primavera. El equipo de Julen Lopetegui pasa por ser últimamente una mezcla inestable de sensaciones, de problemas físicos y recuperaciones desesperadas, de lucha por el segundo puesto y preocupación por perder el cuarto, de excelente rendimiento defensivo y ataques de fogueo. Demasiados empates tan tristes como el chaparrón del Lunes Santo, una resistencia ante lo inevitable en Barcelona como la de las hermandades del Martes Santo frente a la lluvia. Y un par de victorias: en el derbi con la rebosante ilusión del Domingo de Ramos y ante el Granada casi de Madrugá. Primavera blanca y roja.

Está por ver si ese triunfo in extremis del Viernes de Dolores acaba definitivamente con los nubarrones. Si esos tres puntos serán o no el punto de inflexión de una mala racha basada en los incesantes problemas de lesiones que han dinamitado tantas ilusiones este año. Aunque no sea la única causa y el origen de esta merezca una crítica aparte. Ese punto de inflexión pareció llegar con el mercado invernal, pero no. Después se esperaba aguantar hasta el último parón por selecciones y así coger aire, pero tampoco.

Esta semana grande en Sevilla, los días de pasión, se han vivido en el equipo de Nervión con más tranquilidad. El Sevilla debe abandonar su depresión y recuperar la ilusión, esencial en todo en la vida. Se fue por la puerta de atrás de la Champions, sufrió una inesperada emboscada del destino en la Copa del Rey y no supo solucionar a tiempo su sangría de bajas para poder alimentar el fantástico sueño en la Liga y hacerle frente de verdad al West Ham en la Europa League. Rumiada la tremenda decepción y solventada la visita del Granada, el Sevilla debe realzar la mirada.

Al hacerlo, contemplará un calendario impactante, como lo es la primavera sevillana, inundada de sol de Miércoles y Jueves Santo, de Esperanza de Viernes en su Madrugá y de vísperas de un glorioso Domingo de Resurrección. Una palabra fantástica para lo que ansía el Sevilla, que culminará el día más importante de la Semana Santa con el partido más deseado en el Sánchez-Pizjuán: llega el Real Madrid.

Ver a Julen Lopetegui vibrar y emocionarse, en pleno corazón del Arenal, con los andares de Jesús Despojado a los sones de Sevilla nos ha recordado lo mucho que le quedaba por mamar de sevillanía. Y eso sí que puede marcar una inflexión. Una inyección directa al alma. Eso precisamente tendrá que hacer Julen frente al Madrid, abrir su alma y despojarse de las vestiduras con las que ha querido, infructuosamente, ganarle dos veces en casa a su exequipo. Dos 0-1 bañados de pobreza: una media del 60% de estéril posesión y pases horizontales al pie para un rédito de dos tiros a la portería de Courtois en 180 minutos. Porque el Madrid también es mejor que el Sevilla jugando a lo pobre.

¿Saben cómo es mejor el Sevilla que el Madrid? Con decisión, con valentía, con inconformismo, hasta con chulería. Con pasión. No descubro nada: uno de los estadios donde históricamente más sufre el equipo madrileño es el Sánchez-Pizjuán. Ahí la gente aprieta. Ahí se le tienen ganas. Ahí anida el último reducto de rebeldía en el sur. Ahí, tradicionalmente, el Sevilla sale a comerse al Madrid sin especulaciones, mirándole a la carita. Con Sampaoli, con Míchel, con Emery, con Caparrós... Con Antoñito y Reyes, con Kanouté y Luis Fabiano... ¿Por qué no con Martial, el Papu y En-Nesyri? ¿Por qué no con Julen Lopetegui, uno de los mejores entrenadores que han pasado por Nervión?

Más allá del estímulo moral de la victoria ante el Granada y de ver de nuevo al Papu cogiendo la batuta, puede que se den todos los condicionantes para que el Madrid le coja asco al partido. Pero depende en gran medida del Sevilla, de lo que quiera Lopetegui. Los de Ancelotti han estado cegados estos días por los destellos de la Champions y la resaca de la épica victoria ante el Chelsea. Además, los 12 puntos que le llevan a Barça y Sevilla quitan de en medio mucha trascendencia, en clave madridista, al partido. Precisamente eso hizo el equipo blanquirrojo en el último derbi: con medio equipo vendado y un Betis lanzado salió en tromba y a morder desde el 1' en cada jugada, hasta que Pellegrini sacó bandera blanca en el descanso.

Si Lopetegui inunda ese vestuario de la pasión que le ha entrado en vena esta semana, quizás pueda usar para su equipo el magnífico apellido que lleva este Domingo de pura primavera en Sevilla. Lo que sonaba tras el Despojao era Sevilla entera. Virgen de los Reyes, Julen. Los mismos que van a llevar en volandas el domingo al Resucitao... y a todo aquel que esté dispuesto a entregar su alma. ¿Estás dispuesto, Julen?