¿Crisis del Betis de Pellegrini? Crisis, las de antes...
Sin mucha brillantez, pero con mucha efectividad, el Real Betis enterró momentáneamente las voces del catastrofismo con un importante triunfo (2-3) ante el Almería en la jornada 21ª de LaLiga Santander. ¿Crisis del Betis de Pellegrini? Parece que al final va a ser que no. Crisis eran las de antes, con Rubi por ejemplo, ahora técnico de un digno cuadro almeriense. Si las crisis se cifran en mantenerse en la parte alta de la tabla luchando por los puestos europeos, pues ole las crisis buenas.
Antes sí había crisis que te hacían coquetear con el descenso, que exasperaban a una afición muy quemada, que alimentaban la leyenda del CurroBetis...ahora las crisis aparecen cuando no ganas siempre. Y eso dice mucho de la exigencia que se ha establecido en torno al equipo que ha fraguado Pellegrini, aunque quizá van más allá de lo razonable. Este Betis es otro, mucho mejor, más solvente, capaz de ganar títulos, y también tendrá derecho a perder partidos y a no jugar siempre en el nivel de lo excelso.
Este sábado en Almería, sin Fekir, William Carvalho y Luiz Felipe, tres pilares obvios para el técnico chileno, el Betis dio la talla ante un rival que transitaba con tranquilidad en medio de la tabla y que quizá ahora pueda meterse en líos clasificatorios. El cuadro bético se pareció otra vez más a sí mismo y así recupera terreno en la pelea por los puestos de la UEFA Champions League, sin dejar de lado los de la UEFA Champions League.
Pellegrini la lleva y la entiende
El saber popular habla de que "el que la lleva la entiende". Pellegrini, que sabe de fútbol más que el que lo inventó, la entiende mejor que nadie y no ha mostrado hasta ahora la más mínima preocupación por la racha de juego y resultados que atraviesa su Betis. Por algo será. Verá detalles solventables y obstáculos superables que le amparan para estar tranquilo o será que lo entiende como el típico bajón que cualquier equipo, hasta los más grandes, puede tener.
Eso ha sido el mensaje público. El privado en el vestuario seguro que no ha sido tan benévolo y habrá apretado las tuercas a los suyos. Eso pareció viendo al cuadro verdiblanco en el Power Horse Stadium almeriense recuperar su identidad, su capacidad asociativa y, sobre todo, su eficacia goleadora. No en vano, esta última es la virtud que le ha dado la mayoría de los puntos acumulados esta temporada.
Canales y Rodri hicieron olvidar las ausencias
Cuando más feo se ponía el horizonte, en pleno decaimiento y sin tres de sus jugadores más importantes (Luiz Felipe, William Carvalho y Fekir), el Betis volvió a divertirse sobre el campo. No se antojaba fácil ante un Almería práctico y solvente en casa, pero resurgió la figura de otro jugador clave, Canales; y se realzó la de otro que cada vez lo es más, Rodri. Entre los dos reavivaron el alma del conjunto verdiblanco, dándole sentido y profundidad a su juego, y validando así el trabajo de otros dos elementos de similar importancia: el muy bienvenido Juanmi y un Borja Iglesias que, aparte de su buen trabajo habitual, parece haberse acordado de dónde está la portería contraria.
Sigue blandeando en defensa, aunque su dominio le concedió pocas ocasiones a los locales. Y sigue cometiendo errores, como el de carácter coral que dio lugar al empate de Luis Suárez. Pero controla, se apodera del balón, mueve al enemigo y lo mata cuando debe. Lo que era este Betis de Pellegrini antes de que languideciera su aura. Se puso por delante a los cinco minutos, pudo rematar luego en varias ocasiones claras, se repuso del empate y volvió a ponerse por delante en el momento psicológico del fin de la primera parte.
En todo ello tuvieron mucho que ver Rodri y Canales, los dos cables que recuperaron la corriente del fútbol bético. El cántabro, especialmente, se echó el equipo a la espalda para que no se echara a nadie de menos. Y culminó su gran primera mitad con un golazo de crack que debe ser el empujón definitivo para que sea de nuevo el excepcional futbolista que es y casi siempre ha parecido en el Betis.
Reacción del Almería...que no duró nada
Como si todo hubiera sido un espejismo, otro Betis volvió tras el descanso al césped del Power Horse Stadium. Timorato, incapaz de dar tres pases seguidos y superado por la intensidad del Almería. Especialmente en mediocampo. Se acabaron los toques y los pases a la espalda de la defensa rival, y desaparecieron Canales y Rodri. Todo eso se tradujo en un cerco a la portería de Rui Silva. El meta portugués se ganó el suelo salvando varias hasta que Samu Costa cogió dormido a Sabaly y remachó tras sacar Rui Silva el remate de Babic. La jugada venía de una mano de Luis Suárez de la que dio cuenta el VAR, aunque Arberola Rojas, tras verla catorce veces en el monitor, consideró que no era pitable.
El desastre que podía barruntar la afición bética duró menos que un día triste en la vida de Joaquín. Canales dijo rápido aquí estoy yo, otra vez. Se inventó un misil que de milagro mandó a córner el meta Fernando y el subsiguiente córner lo puso en medio del área para que emergiera Guardado como si fuera un gigante entre enanos. El menudo mexicano se alzó con el corazón y revirtió lo que podía avecinarse.
Pellegrini también metió mano a su planteamiento. Quitó a Borja Iglesias para dejar a Ayoze en punta y reconstruyó la pareja de centrales metiendo a Víctor Ruiz. Sea por una cosa, por la otra o por las dos, el Betis cogió oxígenos y empezó a carburar de nuevo. Rodri se tuvo que marchar también con molestias, dando su sitio a Luiz Henrique. Sin exceso de brillantez, el cuadro bético recobró el dominio. Y la compostura.
Una batalla vertiginosa por el gol
Se atribuló en su empeño por empatar el Almería y la tuvo Ayoze para inaugurar su casillero goleador. Lo mismo le pasó instantes después a Abner, quien se encontró con Fernando cuando más fácil lo tenía para sentenciar. También salvó un par de ellas Rui Silva, quien volvió por sus mejores fueros. El final se tornó una batalla vertiginosa por el gol de ambos equipos.
En esa locura, Pellegrini agradeció haber dejado en el campo a Guido Rodríguez, el que mejor hace el balance y un pulpo lleno de pies para rebañar balones. Y pies, si hace falta. El argentino se apropió del centro del campo y ahuyentó cualquier fantasma. Luiz Henrique se encargó también de dormir el partido en su banda. Tres puntos para Villamarín y un respirito para la presión de quienes siempre ven el vaso medio vacío. A ver si aún va a estar medio lleno.