El paso adelante de Lucas Ocampos
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El uno por uno del Sevilla este domingo: aprobados y suspensos en el Sánchez-Pizjuán
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La rabia de Ocampos en la celebración del 1-1
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Un golazo para liberar a Ocampos: rabia contenida, lágrimas y besos
La situación no era sencilla y Lucas Ocampos respondió. Podríamos hablar de su vuelta en el mercado invernal, de su gol ante el PSV para encarrilar la eliminatoria o, mucho más reciente, su valentía para tirar el penalti ante Almería. Cualquier ejemplo sería válido para hablar sobre el paso adelante del extremo argentino.
Nunca se esconde. Los defectos de Lucas Ocampos han sido repetidos mil y una vez en los alrededores del Sánchez-Pizjuán y pensar que la versión que disfrutaron en Nervión en su primera temporada volverá, parece una auténtica utopía, pero al César lo que es del César y la realidad es que Ocampos, mejor, peor, en picos altos o en sus peores momentos, nunca se ha escondido.
Este domingo, con el equipo colocado penúltimo en la clasificación de manera circunstancial (con el 0-1 a favor del Almería), el purasangre lo volvió a demostrar: sin miedo, sin nervios, el penalti era suyo.
Rakitic, especialista en el club, llegaba a la cita tras fallar en el Metropolitano y el argentino, lejos de escapar de la responsabilidad y la presión, rápidamente se lanzó al punto de penalti.
Su mirada a Fernando era un auténtico cuchillo y aquellos que adelantaban un error del cedido en el Ajax el pasado verano tuvieron que redimirse para celebrar el gol del extremo.
Ocampos volvió al Sevilla con la intención de recuperar su mejor versión, de demostrar que se equivocaron con él y con el deseo, más importante, de sacar al club de la "incómoda" situación que está viviendo. Por el momento, a base de casta, coraje, insistencia y fuerza, lo está consiguiendo: dos goles y una asistencia en 11 encuentros... y un soplo de aire fresco a un equipo muy necesitado.