Boateng rompe el cascarón
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Buenas noticias desde Girona (0-2) por parte del Levante UD. El conjunto dirigido por Muñiz se rasgó en 90 minutos la vestidura de las dudas que le habían asolado en los últimos partidos de Liga Santander y la Copa del Rey le sirvió para volver a mostrar su cara 'A', curiosamente con el equipo 'B'. Con 'B' de Boateng, que por fin vio portería, terminó de un plumazo con la sequía de los delanteros con una buena actuación para un Levante UD que protagonizó sus mejores momentos en ataque cuando se desmelenó José Luis Morales. El 'Comandante' se puso la Copa por montera y con una buena actuación coral, sobre todo en defensa y un soberbio partido de Oier Olazabal, los granotas se trajeron un gran resultado para la vuelta en la capital del Turia. El triunfo lo cerró Doukouré, otro de los que generaba dudas y por tanto necesitaba ese gol. Más azúcar, más dulce.
El conjunto granota, pese a saltar al terreno de juego de Montilivi con un once plagado de caras nuevas -hasta nueve de los poco habituales-, mostró una cara seria en defensa, con una pareja inédita formada por Róber Pier y Cabaco que invitaba a pensar que podrían pagar la falta de coordinación y, lejos de esto, dieron pocas oportunidades a los atacantes del equipo dirigido por Pablo Machín, que buscaban constantemente la velocidad para sorprender a la zaga levantinista. Por las bandas, Douglas le buscaba las cosquillas a Shaq Moore, bien auxiliado por sus compañeros, mientras que Marlos Moreno intentaba ganarle la espalda al gallego y el uruguayo, muy rápidos al cruce en todo momento para no dejar vendido a un Oier Olazabal que también se estrenaba bajo palos en el presente ejercicio.
El Girona amenazaba una y otra vez buscando su gran ocasión para avanzarse en el marcador y especial peligro tenían los pases filtrados por Granell aunque los defensas azulgrana, en esta ocasión blanquinegros, no se dejaban sorprender. Es más, conforme este Levante con muchos soldados nuevos iban consolidándose en el rectángulo de juego y haciéndose fuertes en defensa, el 'Comandante' iba tirando de galones y lanzando a su equipo hacia el ataque de tal forma que, a partir de la media hora de juego, eran los cimientos del portero local Bono los que comenzaban a temblar, mientras Oier se mostraba muy sólido sobre todo agarrando balones por arriba. En el 39', Doukouré robó un balón que rápidamente buscó a Morales. El madrileño estaba en disposición de encarar a la zaga en velocidad, es decir, en su salsa. El '11' bajó la cabeza, se plantó en el vértice del área, recortó y se la cedió a Boateng para que cruzase lo justo y batiese al cancercero rojiblanco.
Era gol. Ver para creer, con todo lo que se ha hablado sobre los delanteros, sobre todo del ghanés y su falta de adaptación y a la primera que tuvo la mandó para adentro. La celebración de Boateng no fue explosiva, no fue la del futbolista que se reivindica tras muchos comentarios, no hubo rabia alguna, la revancha no cabía sino que dio paso a la alegría. El gesto del africano era el de un hombre feliz, la sonrisa era de oreja a oreja, daba casi la vuelta al mundo, a ese pequeño cosmos sin gol, hasta la fecha, que era la delantera granota. Eso, de momento, ha cambiado. De hecho, Emmanuel estuvo a punto de marcar el segundo tras otro regalo de Morales, esta vez un pase entre los dos centrales surgido desde la frontal pero Bono lo impidió con una gran intervención.
Así murió el primer tiempo, que no podía ser más redondo para un Levante que mantenía su portería a cero y comprobaba cómo una de sus mejores armas, el contragolpe, funcionaba a la perfección. Y si además el gol lo marcaba un delantero y éste era Boateng, miel sobre hojuelas. Sin embargo, en el vestuario el Girona estuvo subiéndose por las paredes ya que, nada más arrancar la segunda mitad, Oier tuvo que hacer un paradón para evitar el empate. Fue en un saque de falta lateral medido de Douglas Luiz que esperaba dentro del área Ramalho para empalar. La mano que metió el arquero visitante fue, simplemente, espectacular. Luego, el vasco atraparía sin problemas un remate de cabeza de Olunga pero cuando se le cortó de verdad la respiración a los valencianos fue cuando este último le robó el esférico a Róber Pier y metía el pase de la muerte hacia el segundo palo, donde llegaba Marlos para rematar. Sin embargo, lo hizo demasiado forzado y el cuero se marchó fuera.
Los catalanes ya habían perdonado dos ocasiones claras y, por lo que se vio, el Levante no estaba dispuesto a imitarle. Los de Muñiz querían sangre y lograron ampliar diferencias en el minuto 61 y con otro protagonista feliz. Enis Bardhi sacó desde el banderín de córner hacia el palo corto, donde aguardaba Doukouré, esquivando adversarios, para cabecear de forma contundente hacia la portería, tanto que Bono metió el guante pero con tal potencial iba el testarazo que de igual manera se marchó para adentro. El 0-2 ya dio para una celebración menos comedida, hubo bailecito en la banda, tan solo unos pequeños pasos respetuosos con Montilivi y no era para menos. Doukouré y Boateng, Cheick y Emmanuel. Dos tipos felices. El final deparó un duelo de zambombazos: primero Borja de libre directo y que se estrellón contra Oier; luego lo intentó Ivi, cuyo cañonazo se perdió por arriba; y, al final, Kayode pudo aprovechar una pérdida en la medular granota pero se precipitó y ahí estaba el meta granota para intervenir. Otro azulgrana feliz en Montilivi, donde por una noche brilló la luna de Valencia.